martes, 4 de abril de 2023

EL SISTEMA POLITICO MEXICANO. IAntecedentes. Aurelio Altamirano.

 

EL SISTEMA POLITICO MEXICANO.

Aurelio Altamirano

Una visión panorámica.

El sistema político mexicano, en su etapa de consolidación en el siglo XX, es como un ancho río que tiene numerosos afluentes y del  que se desprenden varios brazos que hacen  cada cual su recorrido, unos para perderse al disminuir su caudal en el desierto o el pantano y otros  para  reincorporarse  sin pena ni gloria a la corriente principal.

 Sigue una trayectoria zigzagueante como la de cualquier canal de agua que encuentra muchos obstáculos en su camino, pero su corriente principal, dominada por un partido hegemónico, señala con claridad su curso.

Hasta ahora, después de más de ochenta y cinco años de vida,  no ha sido desplazado por otro que pudiera operar  como lo ha hecho el partido dominante, maniobrando a derecha e izquierda un buen tiempo, un rato cargado a la izquierda y más tiempo inclinado a la derecha.

Su origen data de la fundación del partido nacional revolucionario (PNR) en 1929, cuyo propósito fue reunir en un organismo  de control a todas o la mayoría de las corrientes que se autonombraban revolucionarias y que con pretensiones de partido  luchaban entre sí para acceder  al poder público.

 Antes de esa fecha existieron numerosas formaciones políticas  que enarbolaban  banderas a cual más diversas, encontradas y contradictorias.  Casi todas   proclamaban la reivindicación de auténticos anhelos populares, pero varias   encubrían bajo las mismas proclamas las aspiraciones de grupos interesados en conservar  sus antiguos privilegios.

Los primeros pasos de la organización política.

Mucho antes de que se integrara México como una nación, ya existían en su  antiguo  territorio habitado por varios pueblos de diverso origen, las luchas de clases sociales y comunidades enteras por la defensa de sus derechos como individuos y como colectividades.  No existían organizaciones formales que agruparan a personas identificadas por los mismos ideales, pero sí se podía establecer una diferenciación  por las condiciones de vida de cada conjunto.

El poder omnímodo del jefe, señor o cacique mantenía sobre los súbditos la opresión y la manipulación que no daba lugar a manifestaciones  de disidencia, ésta sólo se daba entre gobernantes que se consideraban  iguales,  desembocaba generalmente en guerras que se decidían por la fuerza de las armas o de la diplomacia.

Durante la colonización (1500 a 1800)  se encontraron frente a frente dos conjuntos de pobladores: de un lado los colonizadores que se amparaban en el derecho del conquistador, protegidos por la Corona española y la Iglesia, y por el otro los antiguos habitantes que fueron despojados de sus recursos del suelo y subsuelo, campos de cultivo y minas, aguas y bosques, y tuvieron que optar para subsistir, unos por el exilio forzoso a zonas montañosas y selváticas y otros por la sumisión  y la adaptación a las nuevas condiciones imperantes.

El único componente del sistema político de la Colonia era la monarquía  que se imponía a sangre y fuego.

La revolución de independencia define posiciones.

Es hasta 1810, con el inicio de la guerra de independencia, cuando surge la fuerza política de ambos grupos contendientes: los insurgentes, aborígenes, mestizos y criollos,  con claros conceptos de reivindicación de sus derechos y los realistas que luchaban por conservar sus privilegios. La lucha duró una década, tuvo su periodo álgido entre 1810 y 1815, con Hidalgo y Morelos y sus seguidores, y  después se convirtió en guerra de guerrillas en el Sur, con Guerrero a la cabeza de la insurgencia.

Los cambios políticos que ocurrieron en España a partir de la invasión napoleónica a la península, contribuyeron a cambiar las condiciones de la guerra de independencia  del México invadido. La influencia de las Cortes de Cádiz y del pensamiento republicano que empezaba a cobrar fuerza en la metrópoli, contribuyó a la búsqueda de un acuerdo que pusiera fin a la guerra y le confiriera a la  nación mexicana un nuevo status  político que fuera visto de conformidad por los grupos dominantes.

Aquí es donde aparecen las figuras relevantes del guerrillero insurgente Vicente Guerrero y el jefe del ejército realista Agustín de Iturbide. Después de la reunión de Acatémpan ( 10 de febrero de1821) y el Plan de Iguala (24 de febrero de 1821), Iturbide y el enviado español Juan O`Donoju se reunieron  en Córdoba,   el 21 de agosto de 1821, para convenir  en los acuerdos de esa fecha,  indebidamente  llamados “Tratados de Córdoba”  pues nunca fueron ratificados por las autoridades  de ambos países.