lunes, 14 de noviembre de 2016

HACIA UNA INDUSTRIALIZACIÓN CON SENTIDO PATRIÓTICO.



HACIA UNA INDUSTRIALIZACIÓN CON SENTIDO PATRIÓTICO.

Por Aurelio Altamirano Hernández.

      Ese sentimiento que en el hombre logra mantener su espíritu adherido de manera muy profunda y firme a su lugar de origen, que lo identifica plenamente con las aspiraciones materiales e ideales de su pueblo y que lo liga a éste en las manifestaciones de su idiosincrasia, es el sentimiento de la nacionalidad.

      Es el interés de los hombres buenos por la naturaleza y la realidad social que les rodea, un cariño superior a las cosas bellas que constituyen su patrimonio económico y cultural; interés y amor que lo acompañan toda su vida e inspiran sus trabajos encaminados al procuramiento del bienestar social.

      No puede estar reñido el sentimiento de la nacionalidad con el amor que se debe a la humanidad entera y a sus ideales, porque es base fundamental del cariño al bien del conglomerado humano la estimulación del propio bien. Para querer a los demás, hay que saber quererse a sí mismo, saber estimar y justipreciar lo nuestro, afinar y consolidar nuestras virtudes y corregir nuestros defectos, como medida de situación la propia personalidad en consonancia con su misión de ponerse al servicio de la bondad. Todo esto sin culto al egoísmo, sin dar lugar a la erección de esa calamidad del egocentrismo que, proyectando en las manifestaciones de la vida de los países, conduce a los falsos nacionalismos que condena el buen sentir y que repugnan al pensamiento y a la acción bien intencionada de las fuerzas progresistas que buscan el mejoramiento de los hombres, sin distingos de ninguna especie.

      La difusión cada día creciente del conocimiento de las potencias nuestras, la reafirmación de los grandes alcances de nuestras buenas obras en la conciencia popular y la elevación espiritual e intelectual que debe traer consigo la educación, asentarán con más firmeza en el ánimo de las mayorías el cariño a las riquezas materiales y morales de nuestra nacionalidad.

      Ahora que vemos surgir un próspero desenvolvimiento de la industrialización en nuestro país, existe la necesidad urgente de reafirmar el sentimiento de la nacionalidad que tanta falta hace en nuestro medio para hacer entender al pueblo, y  de manera particular a las juventudes de hoy, la importancia de afirmar el valimiento de lo nuestro, de rescatar del olvido y de la indiferencia los grandes valores de nuestra patria y de colocar en alto pedestal nuestro patriotismo.

      Al mismo tiempo que cobran inusitado desarrollo la ciencia, la técnica y  el arte en todo el territorio nacional, debe cobrar también perfiles de agigantamiento la tarea de  incrustar  y consolidar sus realizaciones mejores, el ideal de ponerlas al servicio del país, al servicio de la población mexicana del presente y del futuro.

      Un elevado ideal humano, el de procurar el mejoramiento social cada día mayor y que alcance a las más amplias capas de la población debe inspirar todos los trabajos de la técnica y de la ciencia.

      Esa es la causa y la finalidad de la cultura en  sí.

      De nada vale un adelanto mayúsculo de la industrialización, si no sirve de verdad  para satisfacción de las necesidades humanas en el medio en que se opera. Tiene que tender al aprovechamiento industrial de las riquezas minera, agrícolas, pecuarias, forestales y marítimas a condicionar un prospero nivel de vida a la totalidad de los habitantes; porque de lo contrario, si solo es instrumento para enriquecimiento de reducidos sectores de la población y de la satisfacción de  necesidades de lugares muchas veces alejados del territorio patrio, sin la  debida compensación a la nación, entonces se están gastando inútilmente las reservas naturales del país  y las energías de los trabajadores mexicanos en obras que, lejos de favorecer a la economía nacional, atentan contra la misma con derroche innecesario de la riqueza potencial.

      Algunas realizaciones económicas surgidas del movimiento revolucionario que se ha operado en el país en el presente siglo, han servido para iniciar el trabajo de otorgar a lo nuestro, a lo que es propio de nuestra idiosincrasia y de nuestras capacidades económicas y culturales, su verdadero valor y su importancia como factor decisivo en el forjamiento de la personalidad característica de México como nación y de los mexicanos como grupo humano de la geografía mundial.

      Ya se han dado los primeros pasos para poner la técnica al servicio de la mexicanidad. La educación cívica de las masas estudiantiles y del pueblo en general, logrará los frutos que se anhelan para beneficio de la nación entera.

      El mexicano sabe muy bien qué tipo de industrias satisfacen en el momento histórico de México las necesidades materiales de la nación y sirven al mismo tiempo al ideal de estructurar el poderío económico doméstico haciendo del país un centro productor, en el concierto de las naciones, y fomentando interés patriótico para elevar las condiciones de vida de la población nacional.

      No todo el tiempo vamos a estar en el papel de consumidores de la producción de otros países, si existen en el país capacidad natural del medio y del material humano para constituir una prospera industrialización. Parece que esta verdad ha sido comprendida por las fuerzas progresistas que determinan el curso de la vida nacional y, conforme a ella, se van dando los pasos que conducirán a la formación de una próspera economía nacional fincada en el florecimiento de la industria y del comercio al servicio del pueblo.

      La producción, tanto del campo, como de las fábricas y de los talleres, debe tender a acrecentar el poderío netamente nacional en materia de industrialización. No a supeditarnos a otros centros productores, como son los instrumentos de expansión de poderíos ajenos a los intereses de la nacionalidad.
     


      Si tienen que aprovecharse los recursos naturales que guarda el territorio nacional, tienen que serlo en función de los intereses patrios, procurando que sirvan a la satisfacción de las necesidades totales del pueblo mexicano.

      Uno de los casos en dónde conviene hacer aplicación del afán de darle orientación patriótica a la industrialización nacional, se encuentra en el de la industria petrolera del país, la cual ha cobrado un desarrollo inusitado bajo los regímenes revolucionarios y que se encuentra en la actualidad frente al problema de incrementar sus exploraciones del subsuelo, la explotación de nuevos pozos, la instalación de nuevas refinerías y la distribución y venta mejor de sus productos tanto en el país como en el extranjero, y la que necesita se le libere de la carga de los subsidios que pesan sobre su economía y se le proporcionen mejores condiciones administrativas y técnicas e inyección de fondos para su desarrollo hacia términos de superación, a fin de que siga representando mejor su papel preponderante en el desenvolvimiento económico de la nación.

LA NOTICIA, México D.F., 28 de Mayo 1957.


LA INEFICACIA DE LA VIOLENCIA.



LA INEFICACIA DE LA VIOLENCIA.
Por Aurelio Altamirano Hernández.

            Existen situaciones en la vida que no se resuelven bien, de inmediato, con violencia y desesperación.
            Más vale ante todas ellas la paciencia y la esperanza de que se compongan en el transcurso del tiempo.
            La serenidad de espíritu alimenta optimismo hasta en donde por lógica y por sentimiento no debía existir. La calma, la quietud, el apaciguamiento del ánimo, no es derrota, sino en tregua prudente, junto con la firma voluntad y empeño de superar las dificultades orienta más el pensamiento, al sentir y a la acción hacia mejores rumbos.
            La violencia ha sido siempre mala consejera en las situaciones que requieren de tiempo y de reflexión, más que otras cosas, para resolverse en debida forma.
            Donde debe imperar la delicadeza, la finura y la exquisitez, donde debe usarse de fino tacto, como en todos los problemas delicados de la vida, es inútil el vano intento de entronizar la fuerza. Es preferible suplir la falta de aquellas sutiles, pero también eficaces manifestaciones de la energía del carácter humano, con el silencio y la inacción si fuera necesario y  mejor, para no comprometer en forma grave la propia personalidad.
            Desear la paz no significa debilidad. Manifiesta nobleza de ánimo y de intelecto.
            Con la exaltación de las pasiones humanas se llega al choque inevitable de las mismas para dar a catástrofes lamentables.
            Cuando hay tiempo de remediar las cosas, es mejor la espera paciente. Así se resuelvan las cosas a favor o en contra. Si a favor es para regocijarse plenamente y felicitarse de la propia prudencia y del talento personal. Si en contra, para soportar mejor los desencantos mediante la previa preparación del ánimo lograda en el transcurso de la tregua o período de estudio.
            Cuando no hay tiempo de remediar las cosas o se cree que no existe, hay que hacerlo o convencerse de que existe y debe existir porque de lo contrario, se cae en las redes de la desesperación, de la violencia y de la consecuente realización de acciones y expresiones de las que después se lamenta el ánimo arrepentido.
            Las cosas importantes se resuelven siempre bien o se considera bien resueltas o no, después de que trascurre algún tiempo después de su  iniciación.
            Muchas veces surgen repentinamente, deformes, impelidas por la estrechez de la situación, por las exigencias inaplazables de circunstancias obligadas por fuerza mayor; pero no surgen definitivas necesariamente se resuelven en contradicciones lógicas interiores hasta alcanzar su maduración. En tanto cobran perfiles de encontrado sistema los factores determinativos de su curso, se van encaminando en su desarrollo a la creación de las formas naturales, correctas y racionales que deben asumir.

            Acelerar el desenvolvimiento de una situación mediante la utilización de la violencia en el sentir, en el pensar y en el actuar es entorpecer inútilmente la realización de hechos que deben llegar a su debido tiempo y en el lugar correcto, en las debidas proporciones.
            No siempre se llega a la feliz realización del anhelo de ponerle diques al impulsivo afán del hombre de resolver en el momento bien o mal, los problemas que le aquejan.
            La eterna lucha de la razón con los sentimientos, de la mente con los instintos, es cosa que en realidad no pasa de ser una de esas frecuentes luchas en las que gana, por desgracia, la cantidad sobre la calidad, y seguirá  siéndolo, a pesar del noble interés humano de contener con la razón  los impulsos típicamente animales hasta que la estructura orgánica del hombre haga imperar la voluntad sobre las reacciones lógicas escapadas hoy de nuestro control intelectual.


ISTMO GRÁFICO, Salina Cruz, Oax. Febrero de 1957.

UNA AMISTAD RAZONABLE. MEXICO-EE.UU.

UNA AMISTAD RAZONABLE. MEXICO- EE.UU.

                                            (Artículo editorial de Aurelio Altamirano Hernández, publicado
                                             en el diario Novedades, de México, D.F. el 20 de agosto de 1957.)

            Ningún país puede permanecer al margen de las relaciones económicas y culturales que debe cultivar con los demás países del mundo, sin menoscabo de su desarrollo integral. Es una necesidad vital para el desenvolvimiento de los pueblos que establezcan entre sí un intercambio útil de ideas y de realizaciones, de conceptos y de materialidades, para poder alcanzar un equilibrio saludable que sirve a la paz y a las actividades creadoras.

            La cercanía geográfica de México a los Estados Unidos de Norteamérica ha realizado una vinculación estrecha de nuestras transformaciones sociales desarrollo económico y cultural de aquel país, de modo que puedan hablarse con razón de una identificación con raíces bien cimentadas entre ambos países.

            Por estas razones, son equívocas  e inútiles las posiciones que buscan alejar totalmente a México del pueblo de los Estados Unidos y niegan las relaciones que existen, si no en la idiosincrasia y en todas las aspiraciones, sí en lo que respecta a la realización de varios fenómenos económicos y políticos entre nuestros países.

            Es un caso típico, el de México y los Estados Unidos, de los que sirven para demostrar que por encima de las diferencias, en muchas ocasiones profundamente marcadas, el espíritu afectivo de los hombres y de los pueblos triunfa sobre todas las cosas y vence todas las barreras.

            En las cosas de la amistad, cuenta mucho la sinceridad. Hay que reconocer que los países hispanoamericanos, entre ellos México, con incipiente desarrollo, tiene plena conciencia de la presión que el poderío yanqui ejerce sobre sus personalidades y de alguna manera esa potencia ha ejercido una influencia desagradable sobre sus respectivos patrimonios materiales y morales con perjuicio de la soberanía por la que han luchado siempre.

            La amistad de México con los Estados Unidos no se guía por una conveniencia innoble, sino por la necesidad de establecer un intercambio económico y cultural con el vecino y porque México sabe que responde en plan de altura como amigo y colaborador de un pueblo que tiene también en su historia páginas escritas con fuego y sangre de lucha libertarias como las nuestras. Esto es algo de lo que deben saber los norteamericanos yanquis en torno  a la amistad, que cultivamos como hombres y como pueblo, con ellos, los mexicanos.

            Los Estados Unidos de Norteamérica no ignoran que existe en el ánimo de los países hispanoamericanos un sentimiento hostil hacia ellos por motivos que no se ocultan ni se pueden ocultar, pero también que sobre esa circunstancia existen hechos que hablan elocuentemente del afecto y la estimación con que se mira a su pueblo, a su intelectuales, a sus hombres de ciencia, a sus técnicos, a sus artistas, a sus trabajadores, a sus jóvenes estudiantes y a todos los humanos nacidos o avecindados en su territorio, que saben ganarse honestamente la vida y cumplen con las elevadas obligaciones del hombre.

            Tampoco ignoran que numerosos hechos que realizan dentro del plan de cooperación interamericana son desviados a sus nobles objetivos por fuerzas internas de su organización económica y política, para las que no cuenta el humanismo, la bondad, la moral, la soberanía de los pueblos y el afecto que se deben los humanos guardar unos a los otros. Entre otras cosas, esto ha sido la causa de la pesadilla que padecen los Estados Unidos frente al mundo para atormentarse pensando en que ya todos los pueblos de la tierra se les vienen encima, con ánimos de destruirlos totalmente acicateados por el comunismo internacional. Nada hay de cierto en tal suposición de los círculos políticos de Washington, pues el mismo régimen comunista de la U.R.S.S., su adversario más potente en la actualidad, ha ratificado su propósito de establecer mejores nexos  amistosos con los EE.UU. bajo las normas de la convivencia pacífica.
  
            Deben estar seguros los Estados Unidos de que México no quebranta su promesa hecha de mantener su amistad con ellos en torno a los ideales democráticos, porque los mexicanos honestos saben cumplir con su palabra, pero deben recordar también que las cosas son condicionadas por circunstancias favorables a su mantenimiento y mejoramiento y que hasta lo más firmemente cimentado, en las relaciones humanas, se viene abajo cuando ya no se sustenta sobre las bases de una mutua comprensión e interés por el bienestar social..

            Hay motivos suficientes para creer en que a pesar de todo lo que molesta de la política y de la vida norteamericana a la sensibilidad de nuestros pueblos indoamericanos, no todo está en contra de los intereses particulares de los pueblos nuestros, porque es preciso reconocer que más allá del Río Bravo, al Norte, también palpitan corazones y piensan cerebros de hombres y mujeres, ancianos, jóvenes y niños, que anhelan como nosotros la paz y el mejoramiento del mundo y de  la vida.

            Admiramos del pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica su voluntad emprendedora, su amplia capacidad creadora, su espíritu libertario, la hospitalidad de su país, el cosmopolitismo de sus hombres y su interés en superar sus propias fallas. De esto pueden estar seguros los norteamericanos y de que en esos motivos se funda nuestra amistad sincera con ellos.


Novedades, Martes 20 de Agosto de 1957.

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viernes, 26 de agosto de 2016

10 PUNTOS PARA LA RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO SEP-CNTE



 10 PUNTOS   PARA LA RESOLUCION DEL  CONFLICTO SEP-CNTE.
      
Por Aurelio Altamirano Hernández.

Esta es la opinión de un ciudadano común interesado en la solución pacífica del conflicto actual entre las autoridades  y los maestros:

ACCIONES A REALIZAR.

1. De manera simultánea e inmediata:
 a). Aplazar la aplicación de los programas de evaluación por un plazo de 12 meses, en tanto se logran acuerdos sobre su reestructuración.
b). Reanudar las clases de manera inmediata en todas las escuelas afectadas por los paros.

2. Nombrar una comisión revisora de los programas de evaluación, integrada por representantes de las dos entidades en conflicto y árbitros de reconocida solvencia profesional y moral.

3. Establecer tres niveles para los exámenes de evaluación: Elemental, Medio y Avanzado, de acuerdo con la preparación actual de los docentes.

4. Crear o mejorar los institutos para la capacitación de los docentes con suficientes recursos financieros, de infraestructura, de personal y tecnológicos.

5. Establecer estímulos para los maestros que aprueben los diferentes niveles. Los incentivos serán de carácter económico y de reconocimiento público.

6. Los maestros que no aprueben el nivel  elemental no serán cesados. Permanecerán en la categoría básica de nómina y tendrán derecho cuando menos una vez más para participar en otra evaluación.

7. Los casos que reiteradamente manifiesten incapacidad para el ejercicio de la labor docente, o  incurran en violaciones a las normas laborales, serán objeto de sanción conforme a derecho.

8.  Los maestros dispondrán de facilidades de horario y recursos pedagógicos para realizar los cursos de capacitación, sin afectar la atención de los grupos que tengan asignados.

9. Evitar todo acto de agresión a las autoridades y maestros; dar preferencia al diálogo respetuoso, a la discusión de los temas en un plan de altura, sin ofensas a la dignidad de las personas y de la comunidad.

10. Las protestas por motivos de incumplimiento de los acuerdos serán por medios pacíficos, sin perjuicio de que sean enérgicos, sin recurrir a la violencia material, sin causar daños al patrimonio social, a los intereses de la colectividad  y a las propiedades de particulares.


En cuanto a los reclamos por la liberación de los maestros presos, asunto que entra en la competencia  de otras áreas de la administración pública, es prudente dejarlos en libertad bajo la presunción de inocencia.  De continuarse las investigaciones serán de manera equitativa y en plan de hacer justicia, tanto para los presuntos del lado de las protestas como de las fuerzas del orden involucradas.

Córdoba, Ver., 27 de agosto de 2016.

lunes, 22 de agosto de 2016

EL PROBLEMA ECONÓMICO DE LA EDUCACIÓN.




EL PROBLEMA ECONÓMICO DE LA EDUCACIÓN.

Por  Aurelio  Altamirano  Hernández.

            No nos parece extraño que todavía existan individuos que no saben lo que es educación y mucho menos pueden comprender la problemática de esta superestructura social.

            Pero lo que sí desentona con el ritmo del progreso que se nota en la concepción de los fenómenos sociales, es el desesperado intento de presentar el problema educativo nacional como algo desligado de las circunstancias económicas por las que atraviesa el país, creyendo que de esta manera se puede justificar el interés de regresar la práctica educativa a sistemas ya superados, que ya llenaron su misión histórica y no pueden, de ninguna manera, representarse como instrumentos salvadores de la situación.

            México no tiene resuelto en forma favorable el problema de la educación de las masas, porque la educación, consecuencia directa de la economía en cuanto ésta representa el conjunto de necesidades materiales y morales de una entidad y las capacidades naturales de la misma para satisfacerlas, sólo es posible cuando otras necesidades primordiales del individuo y de la sociedad se han satisfecho, y aquí, en México, no se ha dado el caso anhelado de que se dieran soluciones felices a problemas económicos fundamentales, si bien en algunas situaciones las fórmulas salvadoras se han encontrado y se han ido aplicando poco a poco.

            La cultura sólo fue posible cuando el hombre económico tuvo disponible un margen de energías utilizables en la tarea de atender su necesidad de superación intelectual y moral.

            Fundamentalmente, la cultura significa producción de bienes materiales e ideales que tienden a buscar la felicidad humana: por eso se puede hablar de cultura existente, si bien en forma rudimentaria, hasta en las más simples manifestaciones de la existencia individual y colectiva del hombre de la antigüedad; sin embargo, lo que es cultura superior, como la que se hace necesaria para la sociedad humana en los tiempos modernos, tiene un carácter especial que le imprime la necesidad de enmendar, al mismo tiempo que construir hechos loables los yerros seculares de la Humanidad.

            La sociedad humana ha errado su vida desde el momento mismo en que ha errado el camino que conduce a la justicia social, a la correcta distribución de la riqueza social y es conforme a este criterio como debe entenderse el porqué de los errores que se manifiestan en las demás superestructuras sociales, como la educación.

            El primer aspecto del problema educativo comprende la producción de bienes suficientes para condicionar la realización fructífera del trabajo de enseñar, instruir y capacitar al individuo para su mejor contribución a la resolución de los problemas humanos, y el segundo aspecto de la cuestión abarca, junto a la necesidad de planes, programas y métodos eficaces, la necesidad de que los bienes materiales y morales que sustentan a la educación tengan una feliz distribución entre todos los elementos integrantes de la sociedad. Por eso la clave de la solución del problema educativo nacional está en la superación del trabajo productor de satisfactores primordiales,  anteriores a la educación, como es el de la producción de alimentos y la formulación de planes, programas y métodos educativos acordes con la realidad nacional, y, sobre todo la necesidad de condicionar y realizar una mejor distribución de la riqueza colectiva.
Es necesario que se disponga de suficientes recursos financieros, materiales, tecnológicos y de manera especial de recursos humanos para fortalecer el sistema educativo.  Pretender la imposición de una reforma educativa elaborada sin consultar la opinión pública, sin recabar el consenso suficiente de las partes interesadas y de los conocedores del problema, es atentar contra los intereses del pueblo.

En la etapa constructiva de la Revolución social  (1920-1940) se crearon las bases de la educación popular, con una masiva construcción de escuelas rurales, desde las elementales de la educación primaria hasta las de formación de maestros para el campo. De esa infraestructura existen todavía muchas escuelas de enseñanza básica de la época citada, en tanto que las Escuelas prácticas de Agricultura desaparecieron para dar lugar a las Escuelas Normales Rurales, mismas que han contribuido de manera fehaciente a formar generaciones de maestros conscientes de su responsabilidad social, fieles a su origen y a su clase y que ahora se enfrentan a la discriminación y satanización.

Desde luego, para una mejor educación es necesario contar con maestros mejor preparados. Ese fue el objetivo de las instituciones federales para la capacitación del magisterio creadas hace más de medio siglo. ¿Dónde están ahora?. Se llegó a establecer inclusive la Universidad Pedagógica Nacional, ¿Dónde están los resultados? No se puede exigir de la noche a la mañana que los maestros presenten un examen de conocimientos, no todos son autodidactas; hace falta un sistema de capacitación en el que puedan adquirir nuevos conocimientos y actualizar los ya adquiridos.
Es necesario que antes de exigir a los maestros mejor preparación existan programas de capacitación para ellos y estímulos suficientes para que se interesen en su propia superación. Es cierto, innegable, que hay sectores del magisterio que adolecen de serias deficiencias en sus aptitudes para la enseñanza.  A la  admisión, permanencia y aumento de maestros en esas condiciones ha contribuido el mismo sistema político. Se ha dejado por mucho tiempo a los caciques sindicales  coludidos  con el gobierno en turno incrementar las nóminas para obtener más cuotas, aumentar la masa susceptible de engrosas los mítines y llenar las urnas. Ahora se quiere borrar de un plumazo la corrupción tolerada por el mismo sistema político, sin tomar en cuenta el daño que se causa a los maestros en sus derechos de trabajadores, a los niños y a la población en general por el conflicto laboral existente.

            Educar es diferente a enseñar e instruir. Educar es capacitar al hombre para que realice sobre todo la elevación de su pensamiento pero es necesario, antes de llegar a la educación, enseñar e instruir al individuo en la utilización de los recursos materiales del medio para sacar provecho de ellos y encontrar aquel “margen de energías utilizables en la tarea de atender su necesidad de superación intelectual y moral”, de que hablamos antes. Y la utilización de los recursos materiales del medio es propia de la economía, de ahí que la economía sea base de la educación.

            El problema educativo de México es de tipo económico. Hacen falta recursos materiales para construir más y mejores aulas, para formar y pagar mejores maestros, que, por lo demás, hay ejemplos magníficos de material humano e intelectual, capaces de buenas realizaciones en el campo de la educación. Padecemos todavía de maestros que no merecen ese título, cosa que México llegará a superar al paso que ascienda en su categoría económica y cultural, pero es inadmisible el retroceso del país a prácticas educativas que sólo servían para aherrojar las conciencias y atentar contra la libertad del individuo. La solución de nuestro problema educativo estriba en el mejoramiento de la economía nacional-

GUERRERO RECLAMA CABAL ATENCIÓN A SUS PROBLEMAS.



GUERRERO RECLAMA CABAL ATENCIÓN A SUS PROBLEMAS.

Por J. Altamirano Hernández.
                                         Página editorial. La Noticia, México, D.F., 1957.


            Cuando se mira a la provincia mexicana, para hacer un balance exacto de su desarrollo económico y cultural, base fundamental de la integración de los demás aspectos de su vida, se advierte inmediatamente un desequilibrio tremendo entre el índice vital del centro de la República y el de los pueblos que viven ajenos a las mejoras deslumbrantes de la ciudad de México, e, incluso entre esos mismo pueblos, los de la provincia, los que se afanan por progresar allí en los valles, en las montañas, en los desiertos, en las selvas y en las costas insalubres, se ven contrastes marcados, abismos casi, que separan, en cuanto a categoría económica y cultural, a los Estados, a los municipios y hasta a las rancherías, porque unos han recibido los favores de la naturaleza y de la administración pública, mientras que otros, abandonados a su suerte desde hace centurias, claman porque se les ayude a salvar las dificultades que se oponen a su desarrollo integral y anhelan siquiera la mínima porción indispensable del presupuesto que se destina a las obras de habilitación y rehabilitación de regiones subdesarrolladas, para que mediante esa inyección de energía puedan alzarse y constituirse por sí mismas en emporios de riqueza y factores valiosos en la tares de consolidar una próspera economía nacional.

            El Estado de Guerrero es uno de los exponentes más claros de la injusticia de que se hace víctimas a las regiones con grandes riquezas naturales inexplotadas. La potencialidad del medio geográfico y humano de Guerrero justifica cualquier labor que se haga en beneficio de la prosperidad de la región. Comunicaciones, escuelas, electrificación, fuentes de trabajo y honestidad administrativo son los más grandes anhelos por los que lucha el pueblo guerrerense y precisamente la clave de la solución que debe darse a los problemas de su desarrollo económico y cultural.

            Guerrero es uno de los Estados de la Federación, con más de un millón de habitantes, con un glorioso historial en los destinos de la nación, con fértiles tierras en la costa e incalculables riquezas materiales en todo su territorio; pero a la vez uno de los más atrasados porque no se ha sabido aprovechar su potencialidad y  porque se ha dejado abandonado en la miseria y en la ignorancia a la mayor parte de su población, mientras que a otras regiones del país se les baña de oro, se le hacen jugosas concesiones, se les destinen presupuestos de cientos de millones de pesos y se engalanan haciendo mayor el contraste con las regiones empobrecidas.

            Para colmo de males, el Estado de Guerrero, como otros de la Federación, hasta hace poco ha sufrido gobernantes sin ningún arraigo en la simpatía del pueblo, desconocedores de la realidad que viven las masas proletarias, personajes descalificados de la política que  a base de compadrazgos y favoritismo han escalado los puestos públicos que corresponden a los mejores hombres de Guerrero.
            Los bosques maderables que se localizan en los  límites con Oaxaca, cerca de la costa; las tierras feraces de la región Suroccidental del Estado; las rica zonas costeras productoras de coco, propias además para la agricultura y antesala de las grandes riquezas que encierra el mar que baña el litoral guerrerense, en más de trescientos kilómetros de longitud; los minerales localizados en los alrededores de la Sierra Madre del Sur y de la Sierra Madre Occidental, y el mismo material humano, esforzado y digno, heredero de los que coadyuvaron a defender con las armas la Independencia, el Plan de Ayutla y la Revolución, y se hace presente en la hora nacional de trabajo, ameritan la atención de todo el país para incorporar definitivamente a Guerrero al plan nacional de progreso integral que se han trazado los gobiernos revolucionarios.

            Acapulco, la ciudad mexicana trabajadora, no el refugio de turistas pochos, mexicanos malinchistas y extranjeros perniciosos; el pueblo acapulqueño que no vive en chalets ni en hoteles de lujo, necesita escuelas e instalación de industrias creadoras del bienestar que busca; porque el turismo, negocio de millonarios, no le es útil para vivir. Chilpancingo, Taxco, Iguala, Ayutla, Tixtla, Coyuca de Catalán, Coyuca de Benítez, Arcelia, Altamirano, Tierra Colorada y muchas poblaciones más, necesitan comunicarse para recibir el benéfico influjo de otras regiones, para dar salida a sus propias producciones y para poder exigirles, entonces, su contribución al bienestar común. El ferrocarril costero, anhelo superior de pueblo guerrerense debe hacerse realidad; el aprovechamiento industrial de la producción de coco y su salida a los centros consumidores vía el mar debe hacerse ya; el saneamiento de las costas y el incremento de la agricultura: cultivo de maíz, leguminosas, caña de azúcar y árboles frutales, es otra de las tareas inaplazables, como también la creación de cooperativas de trabajadores con crédito gubernamental. La explotación radical de los yacimientos metalíferos por el pueblo laborante y no por los concesionarios, la mayoría de ellos extranjeros, significaría magníficos ingresos para la economía de Guerrero y de México.

            El Estado de Guerrero y sus hombres, deseosos de aprovechar sus grandes riquezas naturales están presentes en la vida nacional y a la resolución favorable de sus problemas deben encaminarse los esfuerzos comunes.


Página editorial. La Noticia, México, D.F., 1957.

CHIAPAS MERECE QUE SE LE AYUDE.



CHIAPAS MERECE QUE SE LE AYUDE.      

Por J. . Altamirano Hernández
Novedades, México, D.F. 13 de septiembre de 1957.

            Para quien no conoce a Chiapas, ese jirón de México con bellos paisajes, hermosos lagos multicolores, tierras feraces, próspera ganadería, mujeres bonitas y hombres trabajadores, para quien no sabe cómo es la realidad que vive el pueblo chiapaneco tan esforzado como el mejor, poseedor de grandes riquezas naturales y tan poco satisfecho en sus necesidades primordiales, lo que se dice acerca de la miseria e ignorancia que priva en gran parte de su población, principalmente entre los pobres indígenas: lacandones, chamulas, tzetzales, tzotziles y quichés, parece propaganda interesada de políticos.

            Pero la realidad es la realidad y por encima de cualquier interés se encuentra el superior que ánima a las fuerzas progresistas, en cuyo plan de trabajo está estipulada la tarea de mejorar las condiciones de vida de toda la población mexicana que ha estado abandonada por centurias  a su suerte luchando incansablemente por su reivindicación. Es por eso que donde quiera que se encuentra un chiapaneco honrado que ama a su tierra y siempre que se le menciona el tema de la situación económica y cultural de su pueblo, saca a relucir un noble coraje por el descuido en que se tiene a los campesinos, a los obreros, a los indios lacandones y chamulas, herederos también de nuestra nacionalidad, y por la discriminación de que se les hace víctimas en esta era de progreso nacional, dejándolos hundirse cada día más en la miseria y en la ignorancia que tanto mella sobre sus generaciones.

            Habiendo en Chiapas grandes extensiones de tierra propicias a la agricultura, el pueblo sufre cada año la escasez de maíz, porque no se cultivan todas las tierras por falta de apoyo crediticio gubernamental, porque las tierras están en su mayor parte en manos de políticos que han sido fatales a Chiapas y a México; porque las pocas que se dedican a ese cultivo rinden un producto que se exporta a Guatemala en lugar de satisfacer las necesidades domésticas y por que el monopolio del aguardiente, inexplicablemente protegido por fuerzas políticas y otros intereses bastardos que repugnan al pueblo de Chiapas, los explota para el cultivo de la caña de azúcar, que lejos de servir para la extracción del dulce alimento necesario a la economía nacional, se dedica única y criminalmente a la elaboración de alcohol envenenador del pueblo.

            Causa indignación ver a los pobres indígenas arrastrar una vida miserable ante la imponente naturaleza tan rica en recursos como lo es la de Chiapas. Después de trabajar largas jornadas cotidianas, el pobre chamula recibe como salario nada más que el alcohol para ahogar en él sus ansias de liberación y  para que encuentre, en su escape de la realidad que logra al embriagarse, una ficticia felicidad suplente de la auténtica que no alcanza todavía.

Alcohol y maíz constituyen dos grandes dolores de cabeza para Chiapas. El primero por su abundancia criminal y el otro por su escasez desesperante.  

            Hay muchos ignorantes, incluso chiapanecos, cegados por obscuros intereses, o palurdos que solo ven su prosperidad personal, que niegan la triste realidad que vive la población rural de Chiapas y otros tratan de ocultar por cuantos medios encuentran, los hechos que saltan a la vista si se mira a Chiapas desnudo, con todas sus miserias a cuestas, pero también con muchas grandezas para su honor.

            Los chiapanecos mejores, los que saben ganarse la vida honestamente, los que procuran la elevación material y moral de su pueblo, que son muchos y se encuentran no sólo en Chiapas sino también fuera de él, son también los mejores ciudadanos y no se justifica frente al mexicanismo auténtico de ellos ese cuento del separatismo que se ha adjudicado a Chiapas. En las fronteras del Sur son los heraldos de nuestra nacionalidad, plausiblemente sin ese extranjerismo ridículo que caracteriza a otros pueblos fronterizos.

            Chiapas está muy cerca de México y reclama justicia. Pero no obstante su cercanía y su contribución notable al desarrollo de la economía y de la cultura nacional, no ha sido atendida debidamente en sus necesidades.

            Como todos los Estados dignos trata de satisfacer por sí sólo sus aspiraciones, pero no puede lograrlo totalmente si no le brinda apoyo de la Federación para su mejoramiento integral.

            No se mire la prosperidad del Soconusco por el café, ni por la abundancia en que se desarrolla la vida de unos cuantos favorecidos de la fortuna, para formarse un concepto de Chiapas. Váyase a las regiones abandonadas del centro, de la costa y mírese el descuido en que se tiene sus moradores, sin escuelas, sin caminos, sin fuentes de trabajo; obsérvese  el atraso de Tuxtla Gutiérrez, de San Cristóbal, de Huixtla, de Comitán, de Arriaga, Motozintla, Simojovel, Ocosingo, Tonalá y otros muchos pueblos más y no se crea que la relativa prosperidad de Tapachula y de los malos políticos chiapanecos y de los hambreadores extranjeros es extensiva a todos los pueblos de Chiapas.

            Las obras de Grijalva requieren mayor atención. El pueblo de Chiapas es digno contingente que forma el pueblo mexicano y a la resolución de sus problemas se les debe prestar toda la atención que se merece dentro de los planes nacionales de progreso integral.



“NOVEDADES”, MÉXICO, D.F. 13 DE SEPTIEMBRE DE 1957.

CAMINOS PARA LA MEJOR INTEGRACIÓN DE MÉXICO.




CAMINOS PARA LA MEJOR INTEGRACIÓN DE MÉXICO-

Por J. Altamirano Hernández.

      Indispensables son para el desarrollo económico y cultural de los pueblos, las comunicaciones, como medio de enlace efectivo de las diversas regiones que con sus riquezas materiales y morales, sirven a la integración de los hechos e ideales superiores en todas las actividades humanas.

      Sin ellas ninguna de las realizaciones progresistas que constituyen la cultura es posible, porque los hechos que definen a ésta reconocen fundamentos en el desenvolvimiento económico, dentro del cual, el de las comunicaciones se significa en planos principales como factor necesario en la tarea de elevar el índice vital de los pueblos y de los hombres.

      En México, es difícil hablar de unidad, sin cometer un pecado contra la verdad, cuando se trata de establecer ideas que buscan crear conceptos de la existencia de una nacionalidad redondamente definida y vigorosa, con caracteres propios y de fortaleza tal que resiste, sin perder sus perfiles mexicanistas, a los trastornos que supone y ejecuta en nuestra vida interna la interdependencia que debemos a la realidad universal.

      Con mayor justicia en la expresión, se puede decir que México se dirige a la formación de una conciencia y de una realidad nacional con hondo sentido de lo nuestro y de sus alcances, que puede servir de base a la creación y afirmación de una nacionalidad auténticamente mexicana, y , que en esta situación, el incremento de las comunicaciones terrestres, marítimas y aéreas, es necesidad primaria cuya satisfacción debe cuidarse como el punto clave de la identificación y mejoramiento integral de todos los grupos étnicos que forman nuestro pueblo.

      Uno de los mejores hechos que marcan la ruta avanzada de los regímenes democráticos mexicanos es la incorporación y reincorporación de los lejanos confines patrios a la vida económica y cultural de la nación, que se muestra magnificente en la construcción y rehabilitación de numerosas vías de comunicación en todo el país, y de manera especial en el Sureste de la República, cuyas riquezas geográficas y humanas han ingresado al patrimonio nacional por obra de gobiernos revolucionarios.

      Por largo tiempo había permanecido en serio desvinculamiento del progreso general de México, el Sureste, no obstante su singular potencialidad que tanta falta hacia y hace aún, a la vida nacional; pero, ya son palpable las obras reivindicadoras que se yerguen como signos salvadores sobre las tierras del Sur.

      Oaxaca y Chiapas, participan de los beneficios de la Carretera Panamericana; el Istmo de Tehuantepec se vivifica con la carretera que comunica sus litorales; y el Ferrocarril del Sureste sirve a numerosos pueblos; la carretera Coatzacoalcos-Villahermosa hizo realidad una aspiración del pueblo tabasqueño de quedar incorporado a la vida nacional; y varias rutas más, en construcción y en servicio, se dirigen a la conquista de un próspero futuro de una importante región del país.

      La tarea es inmensa y falta mucho por hacer. La rehabilitación del ferrocarril Campeche-Mérida era necesidad urgente, ya satisfecha felizmente, para servir al pueblo campechano, al yucateco, a los habitantes del territorio norte de Chiapas y de Quintana Roo y como medio para conducir la economía nacional a planos de superación con la modificación favorable de las condiciones demográficas, la utilización de los factores productivos u la elevación del consumo en aquellos lugares.

      La pavimentación de la carretera Oaxaca-Puerto Angel, que toca la importante región de los pueblos de Coyotepec, Ocotlán, Ejutla, Miahuatlán, Suchistepec, Pochutla y Puerto Ángel, es tarea que debe ser inmediata por su gran significado como ruta que sale al mar y pone al alcance de los pueblos interiores las riquezas de las costas oaxaqueñas.

      Al mejorarse en definitiva el camino Coatzacoalcos-Villahermosa, casi intransitable en épocas de lluvia, se dará a la tierras tabasqueñas la satisfacción de sentirse en todo tiempo, partes integrales de México y cuna de reservas valiosas utilizables en beneficio propio y de la nación; y consecuentes con este ideal, acelerar los trabajos para la construcción de la carretera Villahermosa-Teapa-Pichucalco-Tuxtla Gutiérrez, de valor incalculable.

      A Chiapas se le hace justicia al darle una ruta, que comunicará mejor su zona costera con otros puntos del país, al entroncar con la carretera Panamericana. Este camino se construye para enlazar las poblaciones de Tonalá, Los Amantes, San Antonio, Pijijiapan, Mapastepec, Escuintla, Pueblo Nuevo, Huixtla, Huehuetán y Tapachula. La rica región del Soconusco tiene un gran significado por sus producciones, principalmente de café para el desarrollo económico de México.

      Hacer justicia al Sureste es una labor que se ha impuesto la Revolución mexicana, la cual debe mejorar la realidad que vive el  pueblo. Es cierto que la geografía de México no se presta para la integración de una buena red de comunicaciones de todo tipo, y en eso ha consistido precisamente la dificultad para la construcción de vías para la conexión de nuestros pueblos y distribución de los factores económicos y culturales en todo el territorio nacional, que mejoraran el nivel de vida mexicana; que no cuenta el país aún con los medios suficientes para construir sus caminos que le son necesarios; pero, todo indica que nos estamos acercando al anhelado día en que México, bien comunicado en su interior, pueda sentirse orgulloso de ser la Patria de la unidad y de la identificación en torno a superiores ideales y realizaciones.



LA NOTICIA, México, D.F., 13 De Julio de 1957.

PRESENCIA DEL MÉXICO POBRE



PRESENCIA DEL MÉXICO POBRE
                                                                         Por Aurelio Altamirano Hernández.

            Hay un  México de rascacielos, de mansiones señoriales, de parques y jardines primorosos; de flamantes carreteras y automóviles lujosos; de fábricas humeantes y campos bien cultivados. Un México donde la gente vive bien; donde se encuentran hombres y mujeres que pueden alternar con lo más granado de la aristocracia del talento y la virtud y hasta una sociedad en cuyo seno la aristocracia del dinero se da ínfulas de señorío.
           
            Pero hay también un México enclenque, minado por la miseria, la insalubridad y la ignorancia…el México de los barrios pobres, donde se amontonan los desheredados en una desesperada lucha por la existencia, donde el pueblo -- ese pobre pueblo tan explotado por propios y extraños -- apenas vegeta en viviendas miserables, enclavadas en polvosas calles; donde el objeto primordial de toda lucha resulta ser, para desgracia de muchos, únicamente la satisfacción de necesidades elementales, que no determina, en resumidas cuentas, un avance halagador…El México rural, hecho de jacales inhóspitos, de veredas casi intransitables, de parcelas apenas rasguñadas por arados de palo; un pueblo carente de suficientes escuelas y de maestros bien pagados, un pueblo de gente descalza, que viste mal, que se alimenta mal y que soporta contra su voluntad la nociva influencia de los cacicazgos, las imposiciones y las discriminaciones de una política contrarrevolucionaria.

            ¿Por qué debemos culpar a la geografía de los males que padecemos?...
Porque no somos desafortunados en cuanto se refiere a los recursos materiales con que ha sido dotado nuestro país por la naturaleza. Una extraña combinación de circunstancias del medio ambiente y de la idiosincrasia del mexicano actual, nos ha conducido a una situación material y moral que a duras penas satisface los requerimientos mínimos necesarios para catalogar al pueblo nuestro entre los de mejor desarrollada vida económica y cultural.

            Sin embargo de los grandes avances que se han realizado en la tarea de consolidar la prosperidad común, el pueblo mexicano está muy lejos todavía de la meta que se han fijado sus más significativos movimientos revolucionarios; mas, no por ello, debe desencantarnos la dura realidad; al contrario, debe servir la hostilidad de las fuerzas que retrasan el progreso común, como estimulo a la capacidad creadora del mexicano. Los problemas nacionales reclaman una atención urgente. Es necesario no cruzarse de brazos ante los hechos negativos que amenazan retrasar una vez más la consolidación de la democracia en nuestro país y, en esta situación, es donde se hace imprescindible el concurso de todas las corrientes de influencia positiva para orientar las energías hacia la integración de una nación próspera, vigorosa, floreciente, cuyo concurso en la tarea de afirmar una paz duradera y una prosperidad internacional se signifique en planos elevados.

            México es el país de los contrastes dolorosos, como corresponde a su vida semicolonial  y de escaso desarrollo económico y político, pero no todo el tiempo México va a estar subordinado a las corrientes negativas internacionales a cuya influencia no ha podido escapar todavía. Estamos colocándonos en situaciones ventajosas, respecto a otras naciones americanas -- y no debe esto servir para crearnos un obscuro sentimiento de superioridad--; debemos confirmar este progreso mediante la cotidiana preocupación de elevar las condiciones de vida del pueblo.

            No dejar prosperar al latifundismo, condicionar una próspera producción del campo mediante una política económica adecuada que beneficie directamente a los campesinos; proporcionar al obrero los medios que hagan posible su participación como elemento directivo del progreso industrial pues es él el que crea la riqueza con su trabajo; crear más escuelas y formar mejores maestros; es tarea urgente para cuya realización se requiere un hondo sentido de responsabilidad social del pueblo y de sus gobernantes.

            Cuando se den soluciones adecuadas a los problemas de la alimentación y de la vivienda del pueblo; cuando desaparezcan de la escena nacional los niños hambrientos que visten harapos y viven en el más doloroso desamparo, habremos dado un paso en firme hacia la consolidación de nuestros mejores ideales revolucionarios. Mientras sigan existiendo mendigos en nuestras calles, mientras se queden cada año muchos miles de niños sin escuelas y los maestros padezcan sueldos de hambre e incomprensiones de la política; mientras los campesinos sigan siendo víctimas de los caciques pueblerinos y de los malos políticos que manejan los hilos de la política rural desde sus cómodos sillones en la ciudad y mientras los obreros sigan siendo víctimas de los atracos de líderes deshonestos no dejaremos de clamar con indignación contra la situación reinante y en pro del advenimiento de una nueva etapa revolucionaria más trascendental, más honda, más radical.









EL PROBLEMA DEMOGRÁFICO DE MEXICO


EL PROBLEMA DEMOGRÁFICO DE MÉXICO

Por J. Altamirano Hernández

      Desde todos los puntos de vista es indispensable que uno de los factores determinantes de la prosperidad del pueblo mexicano, lo sea la buena distribución de su población en el territorio nacional, al mismo tiempo que una organización económica que haga posible la intervención fructífera de todos los habitantes en la tarea de incrementar cada día en mayor escala la producción nacional, en todos los ámbitos del país.

      Ni en los lejanos tiempos de la dominación azteca, ni en tiempo de la colonización española y tampoco en las últimas épocas, ha habido una buena distribución de pobladores de nuestro país; concentraciones casi monstruosas en áreas reducidas y por otra parte la existencia de amplias extensiones pobladas débilmente y otras completamente deshabitadas, muestran un panorama pleno de desequilibrios que repercuten perjudicialmente en la economía y la cultura nacional.

      En los lugares en los que existen medios suficientes para condicionar la prospera existencia de amplio número de habitantes, como son las ricas zonas costeras del país, las tierras feraces del Sureste y otras cuencas interiores propias para la agricultura y ganadería, no existen núcleos pobladores y se abandonan al desperdicio de las riquezas naturales que de otro modo bien aprovechadas, significarían mucho en la integración del poderío económico y la cultura de la nación. En cambio, en donde se han practicado exhaustivas explotaciones de los recursos naturales e incluso hasta en lugares en que una inexplicable adhesión al medio geográfico que no prometen nada, mantiene a poblaciones de vida precaria, se encuentran elevadas cifras demográficas, y todo revela la falta de normas económico-políticas que hagan posible una buena distribución de la población mexicana.

      Fundamentalmente el problema tiene que remitirse a una causa primaria que es la carencia de medios para procurar la explotación provechosa de los recursos naturales, la falta de centros de trabajo y de cultura en los diversos puntos del territorio nacional, y por tal motivo, la afluencia desproporcionada de individuos a los pocos lugares con más desarrollada vida material y cultural.

      El ejemplo lastimoso de la ciudad de México, con características de ciudad monstruosa, en donde se codean la miseria más desesperante con la más ostentosas de las riquezas materiales, el analfabetismo con las altas manifestaciones de cultura, los sistemas más modernos en el desarrollo de la industria y del comercio con las más elementales y hasta ridículas actividades en el mimo renglón, es la muestra más visible de la realidad que se observa en el país si se mira serenamente el desenvolvimiento de nuestra vida social.

      Se encuentra superpoblada la capital de la República, porque solamente aquí, en la ciudad, se puede encontrar en mayor número las fuentes de trabajo y los centros de preparación técnica profesional y subprofesional y porque, como es natural, aquí se encuentra el centro director de las actividades políticas que en cierto modo han servido y sirven de “modus vivendi” a gran número de personas.

      Se impone la necesidad de conducir las realizaciones materiales que buscan el progreso de México hacia el ideal de constituir hasta en los más apartados rincones del país, las fuentes de trabajo y de saber que atraigan a su seno a la población que hoy se reconcentra en pocas ciudades y de llegar, incluso a modificar, si es necesario, la legislación nuestra para reglamentar, con base en la necesidad de procurar el bienestar social, la distribución de la población mexicana.

      No se debe partir de la tesis de que el mexicano es libre de radicar en donde le dé la gana, al analizar el problema demográfico nacional, sino de la idea de que el individuo debe instalarse necesariamente en el medio geográfico y cultural que mejor convenga a su interés de vivir en buenas condiciones y de contribuir al mismo tiempo al procuramiento del bienestar común.

      Muchos individuos viven, equivocándose, en el ambiente citadino, con la creencia de que no causan perjuicios a la colectividad con el simple hecho de su inadaptabilidad al medio, creyéndose muchas veces hasta necesarios en la situación, cuando en realidad desperdician sus energías que en otras regiones del país producirían magníficas realizaciones, y gastan inútilmente los satisfactores reservados a los que desarrollan actividades que realmente encuentran ambiente propio únicamente en la metrópoli.

      El hecho incontrovertible de la escasez de fuentes de trabajo y de estudios superiores en la provincia, se ha querido explotar, hasta en los planos ya injustificados, para explicar la desmesurada inmigración de provincianos a la capital, lo cual no tiene razón de ser, por que salta a la vista que no todos los inmigrantes, incluyendo los extranjeros, son precisamente capaces para los trabajos que se desarrollan en la ciudad y la afluencia, por ejemplo, de estudiantes con bajo nivel de aptitud para los estudios superiores produce una crecida superpoblación escolar que repercute en deficiencias de la educación y en la producción desmedida de profesionales mediocres.

      No se quiere, por supuesto, limitar sin consideraciones serias, la población en la ciudad de México, como caso concreto, pero sí se debe tener en cuenta que la libertad de radicar en un lugar está condicionada no solo por el interés particular sino por algo que está encima de todo eso y que es el interés colectivo, y que existe el imperativo de cultivar el espíritu emprendedor en el mexicano, para que vuelva sus ojos a la provincia, hoy desangrada y contribuya patrióticamente a crear y utilizar centros productivos allá, y afirmarse en los lugares nativos, sin mengua de sus relaciones económicas y culturales con los demás lugares de la geografía, como paso para afirmar la nacionalidad en todo el país y estructurar una prosperidad orgánica que tanta falta hace a la nación.


NOVEDADES, 12 DE JULIO DE 1957.