HACIA UNA INDUSTRIALIZACIÓN CON SENTIDO
PATRIÓTICO.
Por Aurelio Altamirano Hernández.
Ese sentimiento que en el hombre logra
mantener su espíritu adherido de manera muy profunda y firme a su lugar de
origen, que lo identifica plenamente con las aspiraciones materiales e ideales
de su pueblo y que lo liga a éste en las manifestaciones de su idiosincrasia,
es el sentimiento de la nacionalidad.
Es el interés de los hombres buenos por la
naturaleza y la realidad social que les rodea, un cariño superior a las cosas
bellas que constituyen su patrimonio económico y cultural; interés y amor que
lo acompañan toda su vida e inspiran sus trabajos encaminados al procuramiento
del bienestar social.
No puede estar reñido el sentimiento de la
nacionalidad con el amor que se debe a la humanidad entera y a sus ideales,
porque es base fundamental del cariño al bien del conglomerado humano la estimulación
del propio bien. Para querer a los demás, hay que saber quererse a sí mismo,
saber estimar y justipreciar lo nuestro, afinar y consolidar nuestras virtudes
y corregir nuestros defectos, como medida de situación la propia personalidad
en consonancia con su misión de ponerse al servicio de la bondad. Todo esto sin
culto al egoísmo, sin dar lugar a la erección de esa calamidad del egocentrismo
que, proyectando en las manifestaciones de la vida de los países, conduce a los
falsos nacionalismos que condena el buen sentir y que repugnan al pensamiento y
a la acción bien intencionada de las fuerzas progresistas que buscan el
mejoramiento de los hombres, sin distingos de ninguna especie.
La difusión cada día creciente del
conocimiento de las potencias nuestras, la reafirmación de los grandes alcances
de nuestras buenas obras en la conciencia popular y la elevación espiritual e
intelectual que debe traer consigo la educación, asentarán con más firmeza en
el ánimo de las mayorías el cariño a las riquezas materiales y morales de
nuestra nacionalidad.
Ahora que vemos surgir un próspero
desenvolvimiento de la industrialización en nuestro país, existe la necesidad
urgente de reafirmar el sentimiento de la nacionalidad que tanta falta hace en
nuestro medio para hacer entender al pueblo, y
de manera particular a las juventudes de hoy, la importancia de afirmar
el valimiento de lo nuestro, de rescatar del olvido y de la indiferencia los
grandes valores de nuestra patria y de colocar en alto pedestal nuestro
patriotismo.
Al mismo tiempo que cobran inusitado
desarrollo la ciencia, la técnica y el
arte en todo el territorio nacional, debe cobrar también perfiles de
agigantamiento la tarea de incrustar y consolidar sus realizaciones mejores, el
ideal de ponerlas al servicio del país, al servicio de la población mexicana
del presente y del futuro.
Un elevado ideal humano, el de procurar el
mejoramiento social cada día mayor y que alcance a las más amplias capas de la
población debe inspirar todos los trabajos de la técnica y de la ciencia.
Esa es la causa y la finalidad de la
cultura en sí.
De nada vale un adelanto mayúsculo de la
industrialización, si no sirve de verdad
para satisfacción de las necesidades humanas en el medio en que se
opera. Tiene que tender al aprovechamiento industrial de las riquezas minera,
agrícolas, pecuarias, forestales y marítimas a condicionar un prospero nivel de
vida a la totalidad de los habitantes; porque de lo contrario, si solo es
instrumento para enriquecimiento de reducidos sectores de la población y de la
satisfacción de necesidades de lugares
muchas veces alejados del territorio patrio, sin la debida compensación a la nación, entonces se
están gastando inútilmente las reservas naturales del país y las energías de los trabajadores mexicanos
en obras que, lejos de favorecer a la economía nacional, atentan contra la
misma con derroche innecesario de la riqueza potencial.
Algunas realizaciones económicas surgidas
del movimiento revolucionario que se ha operado en el país en el presente
siglo, han servido para iniciar el trabajo de otorgar a lo nuestro, a lo que es
propio de nuestra idiosincrasia y de nuestras capacidades económicas y
culturales, su verdadero valor y su importancia como factor decisivo en el
forjamiento de la personalidad característica de México como nación y de los
mexicanos como grupo humano de la geografía mundial.
Ya se han dado los primeros pasos para
poner la técnica al servicio de la mexicanidad. La educación cívica de las
masas estudiantiles y del pueblo en general, logrará los frutos que se anhelan
para beneficio de la nación entera.
El mexicano sabe muy bien qué tipo de
industrias satisfacen en el momento histórico de México las necesidades
materiales de la nación y sirven al mismo tiempo al ideal de estructurar el
poderío económico doméstico haciendo del país un centro productor, en el
concierto de las naciones, y fomentando interés patriótico para elevar las
condiciones de vida de la población nacional.
No todo el tiempo vamos a estar en el papel
de consumidores de la producción de otros países, si existen en el país
capacidad natural del medio y del material humano para constituir una prospera
industrialización. Parece que esta verdad ha sido comprendida por las fuerzas
progresistas que determinan el curso de la vida nacional y, conforme a ella, se
van dando los pasos que conducirán a la formación de una próspera economía
nacional fincada en el florecimiento de la industria y del comercio al servicio
del pueblo.
La producción, tanto del campo, como de
las fábricas y de los talleres, debe tender a acrecentar el poderío netamente
nacional en materia de industrialización. No a supeditarnos a otros centros
productores, como son los instrumentos de expansión de poderíos ajenos a los
intereses de la nacionalidad.
Si tienen que aprovecharse los recursos
naturales que guarda el territorio nacional, tienen que serlo en función de los
intereses patrios, procurando que sirvan a la satisfacción de las necesidades
totales del pueblo mexicano.
Uno de los casos en dónde conviene hacer
aplicación del afán de darle orientación patriótica a la industrialización
nacional, se encuentra en el de la industria petrolera del país, la cual ha
cobrado un desarrollo inusitado bajo los regímenes revolucionarios y que se
encuentra en la actualidad frente al problema de incrementar sus exploraciones
del subsuelo, la explotación de nuevos pozos, la instalación de nuevas
refinerías y la distribución y venta mejor de sus productos tanto en el país
como en el extranjero, y la que necesita se le libere de la carga de los
subsidios que pesan sobre su economía y se le proporcionen mejores condiciones
administrativas y técnicas e inyección de fondos para su desarrollo hacia
términos de superación, a fin de que siga representando mejor su papel
preponderante en el desenvolvimiento económico de la nación.
LA NOTICIA, México D.F., 28 de Mayo
1957.