INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE
LA CULTURA ZAPOTECA.
Por Aurelio Altamirano Hernández
A la memoria de
Carlos Iribarren Sierra
1. Origen del pueblo zaa a la
luz de la historia y la leyenda.
2. Denominación correcta del grupo étnico. 3. Etimología
de binnigulazaa; rectificación a varios conceptos erróneos. 4. La filosofía de
la cultura zaa. 5. Su concepto de la fraternidad: Guelaguetza. 6. Problemas relativos al idioma zaa,
necesidad de una sistematización del estudio de la lengua.
1. En la cultura zaa la aparición del hombre sobre
la faz del mundo ocurre a la manera que lo describen otras conspicuas culturas
de la antigüedad, atribuyéndola a cierta
divinidad. Las primeras ideas sobre el origen de los binni zaa las ilumina la
leyenda. Cuenta la tradición que los primeros pobladores descendieron como
palomas de una nube blanca que cubrió la tierra y depositó en los valles y
montañas el espíritu de una raza llamada a grandes destinos. Posiblemente la
leyenda toma en cuenta que una de las traducciones de zaa significa nube.
El
nombre de la deidad generatriz de los zapotecas es Pitao. Este término está castellanizado; su fonética más próxima a
la original es Bidoo ( de bi, viento; doo,
inmenso, éter infinito, dios) que en la lengua zaa más recientemente se traduce
como santo.
Los
antiguos pobladores del país en que floreció la cultura de Monte Alban y Mitla fueron
sucesivamente los zapotecas y mixtecas.
Los llamados zapotecas, cuyo nombre original en lengua zaa es binni
zaa,
recibieron aquel nombre náhuatl porque
según una antigua versión etimológica se
les consideraba descendientes de
corpulentos árboles de zapote que crecían en las márgenes del río Atoyac que
pasa cerca de Oaxaca. Los mixtecas se
consideran también descendientes de las nubes como los zapotecas, siguiendo el curso de sus mitos y leyendas.
Pero es necesario afirmar hoy día, que ni los zapotecas ni los mixtecas descienden de los árboles de
zapote ni de las nubes.
Desde
el punto de vista histórico está pendiente todavía de resolverse la delicada
cuestión relativa al origen de los binni
zaa; se conocen motivos numerosos para suponer que los binni zaa, como los
mayas, quichés y otros pueblos antiguos que habitaron el sureste de México y gran parte de
Centroamérica derivan con los aztecas de
un tronco común; es posible que
pertenezcan a una corriente migratoria procedente del Caribe que interactúo con
otros aborígenes y dio por resultado diversas
expresiones de la antigua cultura mesoamericana. De hecho, el origen de los zapotecas y de otras etnias
es un tema enmarcado en la cuestión más amplia que comprende el origen del
hombre americano. Cuando los europeos llegaron a América el continente estaba
poblado, desde Alaska hasta la Patagonia, pasando por los pueblos centroamericanos.
Si los habitantes de entonces procedentes
de Asia cruzaron el estrecho
helado de Bering o llegaron de la Polinesia en frágiles embarcaciones a
Perú, o se internaron al continente por la península de Yucatán (los mayas) y las costas del Golfo de México (los olmecas)
es una cuestión todavía pendiente de
dilucidar. El hombre es un eterno migrante, recorre todos los caminos impulsado
por sus propias necesidades físicas e intelectuales o por las vicisitudes
generadas por el medio geográfico.
El
comercio precolombino entre los pueblos de América del Norte y América del Sur se realizó seguramente entre los binizaa y los indígenas del Perú,
por la vía marítima del Océano Pacífico. Los pueblos huave son probablemente
restos de los poblados fundados por los marinos procedentes del sur; sus
características presentan notables
diferencias si se comparan con otras
etnias de la región mesoamericana. Una migración incaica que se dirigió más al
Norte ha de haber fundado la antigua civilización purépecha, en lo que ahora es
Michoacán y cuyos orígenes hay que rastrear con mucho cuidado.
El
Dr. Luis Alberto Sánchez exrector de la
Universidad de San Marcos (Lima, Perú) en
una ocasión afirmó que en el Perú algunos poblados fueron bautizados en una
lengua mesoamericana, seguramente huave y como se ha dicho antes, aquí en nuestro ámbito
geográfico están los pueblos “huavi” o “huave” con características biofísicas, lingüísticas y de idiosincrasia de
cuyo origen no se tiene información completa..
No es
probable que los binizaa procedan de una migración de pobladores de Asia que se
adentró en tierras americanas y se asentó después de largo peregrinar en varias
regiones de lo que hoy es América del
norte y parte de la altiplanicie mexicana. En los desiertos del Norte de México
y más allá del río Bravo no hay evidencias de que hayan florecido civilizaciones
que pudieran servir de antecedente a las culturas de Mesoamérica, entre estas
la zapoteca o zaa. Sólo queda en pie la hipótesis de que Tula y Teotihuacan
hayan influido en la conformación de la cultura zapoteca; pero incluso la
cultura teotihuacana tiene que ver con la posible emigración caribeña que se
ubicó más al Norte después de fundar la cultura de La Venta en lo que
actualmente es territorio tabasqueño y la de San Lorenzo y Tres Zapotes en las tierras del actual Veracruz. . Los aztecas hablaban de Aztlan o Atztlan
como remoto lugar de origen: en náhuatl atl
significa agua y tlan lugar o
comarca, de donde se infiere que se trata de una extensión de agua, significativa de mar
u océano que puede ser el golfo de México o el mar Caribe en el océano Atlántico.
Existe
la creencia general de que hubo
emigraciones que se internaron en América a través del Estrecho de Bering y no
deja de ser interesante suponer que
pudieron haber arribado otras en América meridional, procedentes de la
Polinesia, en rudimentarias embarcaciones que siguieron el curso de las
corrientes marinas del Pacífico del Sur. Notables investigaciones como las
realizadas con el viaje experimental de Perú a la polinesia de la expedición Kon
Tiki abonan a favor de esta hipótesis;
aunque hay investigadores que afirman que los hechos ocurrieron al
revés, que los antiguos marinos peruanos fueron los que poblaron la Polinesia.
De cualquier manera se ve factible el intercambio migratorio entre ambos territorios: Polinesia y Sudamérica..
Por
otra parte, el origen de los mayas y de los olmecas en el sur de México apunta
a que es el producto de las migraciones procedentes del Caribe. Se trata de
pobladores que arribaron al continente
poseyendo una cultura avanzada, como lo prueban las construcciones que edificaron y que no son copias de alguna
creación preexistente en las tierras que ocuparon. Las causas de la migración caribe
a tierra firme han de haber sido las mismas que obligaron a los polinesios a
emigrar: inundación de las tierras por reacomodos de la corteza terrestre o por
el deshielo de las masas polares.
Hay
una realidad que hay que tomar en cuenta para dilucidar la cuestión del origen del hombre americano. Las numerosas islas del Pacífico Sur y el Océano Ïndico se ven como restos de
eminencias montañosas de un continente que fue inundado a resultas de algún
catastrófico hundimiento de la corteza terrestre o bien de una elevación
inusitada del nivel del océano como consecuencia de grandes deshielos a finales
de la era glacial. Los primitivos pobladores han de haber emigrado hacia el Oriente, en
busca de nuevas tierras altas y arribaron a las montañas del Perú, en donde
fundaron la cultura incaica y sus admirables construcciones de Machu Pichu,
precisamente en tierras altas a prueba de inundaciones. Una muestra de la migración de Asia hacia América son los restos de
esculturas y pictogramas de la isla de Pascua, que no tienen explicación
autóctona. Las esculturas son de personajes barbados y con bonete que recuerdan
a sacerdotes del viejo mundo oriental.
Una
vez situados en América del Sur, los migrantes polinésicos deben haber
realizado exploraciones marítimas siguiendo la línea costera del Pacífico y de este modo un grupo debió
arribar a las costas oaxaqueñas. Surge
aquí la interrogante de que si ese grupo desembarcó, traspuso la faja costera
insalubre y prosiguió tierra adentro, hasta los montes y valles, para fundar la
cultura zaa, cuestión muy difícil de argumentar. Sí se sabe que los huaves
llegaron a poblar las tierras
situadas más al norte de sus actuales
posesiones (por el rumbo de Jalapa del Marqués), de donde fueron expulsados por
los zapotecas en su avance hacia el Istmo. Los huaves
son
una etnia más cuyo origen hay que investigar. No llegaron a constituirse en un elemento de enlace de las culturas inca y zaa,
quizás por la enorme distancia geográfica entre una y otra.
2.
El nombre del pueblo zaa
en lengua náhuatl es zaapochtecatl, que finalmente el
castellano transformó en zapoteca. La etimología de zaa ó zee, tanto en náhuatl
como en lengua zaa significa uno ó primero y pochtecatl, en náhuatl significa
comerciante. El término zapoteca es empleado en la casi totalidad de los
estudios que se han realizado sobre la cultura zaa; pero es recomendable una
campaña de rectificación para que se restablezca la denominación correcta que es binnizaa.
Enrique Lieckens, investigador juchiteco de la cultura zaa se aproxima a la verdad
cuando sugiere el uso del término zaateca en lugar de zapoteca, aunque no se
llega al meollo de la cuestión, pues zaateca es un vocablo híbrido, zaa y
náhuatl castellanizado. En cambio, binnizza
está integrado con elementos propios del
idioma, cuya fonética y semántica se definen con claridad.
3. Respecto
a la etimología de binni gula zaa o
vinnigulaza hay diferentes versiones que es necesario examinar con cuidado.
La
traducción de sus términos estructurales: binni
, gula y zaa, se presta a
interpretaciones muy encontradas, debido a la fonética propia del idioma zaa,
en la que abundan las palabras homófonas con significados diferentes.
Un
ejemplo de estas traducciones es la acepción del vocablo binnigulazaa, versión de
Andrés Henestrosa, que define a los términos gula como “que disgregó” ó como “que dispersó” y zaa como danza o baile, por lo que se
llega a la definición de “gente que dispersó la danza”, la cual está más
alejada de la etimología correcta. Basta observar que las fiestas, danzas y
demás festividades en vez de apartar a las gentes, en lugar de disgregarlas las
juntan, las reúnen.
Y
como ésta otras definiciones se pierden fácilmente en los laberintos fonéticos
y semánticos de la lengua zaa y atribuyen a binnigulazaa significados a cual
más extraños. De tal suerte conocemos los siguientes:
a. Binni
gulá sáa, gente que deshizo la fraternidad; de binni,
gente, gulá, acción de romper y sáa, concepto de hermandad.
c. Binni gú lasa, gente de
la raíz del laasa; de binni, gente; gú, raíz y laasa, cinta para atar
obtenida de corteza de un árbol.
d. Binni gula saa, gente
que nació de las nubes; de binni, gente;
gula, nació y saa, nube. Tiene esta etimología
cierto interés por su conexion con el concepto legendario del origen de los
binnizaa.
e. Binni
gula zaa, de binni, gente; gula, mayor o antigua y
saa, hermano. Nos da la definición de los “antepasados del pueblo hermano, o
los mayores del pueblo hermanado.
f. Bi
ni gula saa, viento que deshizo a la nube; de bi, viento,
ni,
que;
gulaa, deshizo y saa, nube.
Dando rienda suelta a la
fantasía, se pueden formular varias definiciones más, pues cada sílaba de los
vocablos usados con ligeras modificaciones del acento puede significar
diferentes cosas.
4. La
filosofía de la cultura zapoteca parece ser eminentemente naturalista. Considera
al aire y al fuego como elementos creadores. Así, Pitao o Bidoo, ente
creador (viento inmenso, éter infinito, dios) es una visión materialista del
origen del universo. No adolece tal concepto de los defectos inherentes a otros
cultos de dioses antropomórficos y en tal sentido representa un notable avance
cultural.
Bidoo
encierra el concepto de bi, viento,
aire o éter como elemento generador. El fuego está representado por el sol, Guebidya o Gubidya, de gue ó gui, fuego; y bidja o bidya, sacerdote mayor o pontífice zapoteca que la interesada
definición del conquistador español tradujo como chaman ò brujo. El sol es
entonces en la filosofía zapoteca el fuego del creador, la antorcha del
pontífice que gobierna los mundos.
Entre los zapotecas es común
la creencia de que la personalidad del ser humano tiene una faceta oculta o
misteriosa a la que denominan su sombra,
lo mismo que en otras culturas se conoce como nahual o como subconsciente.
Se cree que una fuerza material se puede posesionar del espíritu de una
persona y concederle facultades extraordinarias.
Conocí en Petapa, narrada
por los ancianos, la leyenda del dragón baala
zaa o benda yuze que fue
fulminado por Guzíu o Cozío. Cuenta la tradición que después
de una larga sequía, una tromba causada por baala zaa (culebra de las nubes) desbordó los ríos, inundó los
campos y amenazó destruir al pueblo con lluvias torrenciales que no paraban día
y noche. Cuando las aguas tormentosas arremetían en broncas olas sobre la
colina en que se alza el templo principal y las aguas que “vomitaba el dragón”
empezaban a inundar el recinto sagrado, un niño llamado Cozío (rayo) subió a las nubes y descargó sus dardos centelleantes
sobre la bestia. Descendieron las aguas, cesó el ronco sonido de las fauces del
dragón, desapareció la tormenta y la tranquilidad volvió a todos los moradores
de la región. El niño nunca regresó y solo se adivina su presencia cuando se
ven los relámpagos y se escuchan los truenos que anuncian la presencia del rayo
y de la lluvia en guziguié o temporal.
El pensamiento zapoteca
establece una íntima relación del hombre con la Naturaleza.
5. El
vocablo zapoteca Guelaguetza ha sido motivo de controversias sobre su
significado. Es frecuente encontrar en la literatura que habla de los zapotecas
la definición de guelaguetza como ceremonia o festividad. Tal definición es
solamente superficial.
La guelaguetza se
manifiesta, en efecto, en una ceremonia; pero su significado esencial se remite
a un concepto de nacionalidad, a un sentimiento de comunidad y,
consecuentemente, a la idea de la fraternidad y de la ayuda mutua.
El socialismo primitivo
entre los binnizaa se manifiesta en actividades mutualistas que se alimentan en
un arraigado culto al parentesco. Guelaguetza
significa un concepto de pueblo (guela
guetze, guenda guidchi) un sentimiento de paisanaje y de parentesco que da
lugar a una acción de cooperación y solidaridad.
Guelaguetza se transforma en
Guendalisáa en la variante zapoteca del istmo de Tehuantepec, y adquiere
definición de sentimiento fraterno. Es preciso hacer hincapié en que no existe
una completa equivalencia entre estos vocablos, Guelaguetza tiene una
definición más amplia, como se puede observar de un análisis de sus vocablos estructurales: Guela o guele
significa atributo, condición de ó
acción de; guetze , gaetzae o guidchi (dependiendo de la variante zapoteca de
que se hable) significa pueblo, comunidad, territorio o nación. Con un criterio
más amplio se puede considerar que guelaguetza y guendalizaa son sinónimos.
Feliciano García Rueda,
originario de Petapa y estudioso de la lengua zapoteca, considera que guelaguetza es sinónimo de guelegucanóo o guendagucanée que significa
cooperación. La cooperación entre los paisanos cuando se trata de construir una
casa, celebrar un casamiento, sufragar los gastos de un entierro, etc., es el
resultado de un sentimiento cívico que se sublima hasta llegar al patriotismo
heroico en los momentos culminantes de la vida del pueblo zapoteca.
Son muchas las aberraciones
que aparecen en los trabajos que tratan de desentrañar el origen y la evolución
de la cultura zapoteca. Una defectuosa traslación de los vocablos aborígenes al
castellano y una peor representación gráfica de los mismos con el alfabeto
latino ha conducido a una situación caótica, sobre todo cuando se trata de
interpretar la escritura del idioma en sus variantes, que son numerosas y se
hablan en las sierras Norte y Sur, los Valles Centrales y el Istmo.
6. No
todas las letras del alfabeto latino son útiles para escribir los sonidos del diidcha zaa. Cualquiera que intente
escribir los vocablos indígenas con las
letras propias de las lenguas romances, tropieza con la dificultad de
representar fielmente los sonidos exóticos de la lengua zapoteca. La escritura
no concuerda con la pronunciación típica de las palabras en el idioma zapoteco
original.
Ese defecto, común a todas
las lenguas, se encuentra acentuada en todas aquellas que por una razón u otra no poseen un alfabeto
propio y por su estructura muy compleja han tenido que adaptarse y desfigurarse
al acomodar su escritura a un alfabeto extraño. Tal cosa ocurre con la lengua
inglesa, y lo mismo se observa en las
lenguas romance que no obstante su común origen latino han tenido que ajustar
trabajosamente su pronunciación a un alfabeto común.
La similitud que hay entre
los sonidos de las lenguas orientales y los del idioma zapoteco, permite
asegurar que con los signos escriturales de aquellas lenguas se puede
representar mejor la escritura zapoteca. No queremos decir que hay que cambiar
de alfabeto latino al sánscrito, o al cirílico, por ejemplo; sólo queremos
señalar que es necesario adecuar el alfabeto latino para que sea mejor
utilizado en la escritura del idioma zapoteco.
En la primavera de 1955 se
realizaron en la ciudad de México (sala
Manuel M. Ponce del palacio de Bellas Artes) varias reuniones que entre sus más
señalados resultados aportaron la formulación de un alfabeto, que basado en su totalidad en el latino aporta nuevos elementos útiles
para la mejor representación gráfica de los vocablos zapotecas. Merece
destacarse la labor de Gabriel López Chiñas, impulsor del proyecto.
Entre los estudiosos del
idioma zapoteco, nacionales y extranjeros, no se practica ningún acuerdo para
la escritura del idioma, salvo escasas excepciones como Víctor de la Cruz,
Vicente Marcial y uno que otro. Cada
quien escribe las palabras como mejor le parece, no obstante que existe un
alfabeto propuesto en las reuniones de 1955. En consecuencia se ha creado una
situación ciertamente caótica, cuando se trata de leer las producciones
literarias de las diversas variantes zapotecanas.
Es necesario que el estudio
de las lenguas zapotecanas comprenda un sistema que tome en cuenta los más
remotos orígenes del idioma y abarque todas las variantes que se hablan en
Oaxaca, en las sierras Norte y Sur, los Valles Centrales y el Istmo de
Tehuantepec.
Publicado originalmente en la Revista Guiengola,
Tehuantepec, Oax. Actualizado en Junio de 2016.