lunes, 14 de noviembre de 2016

LA INEFICACIA DE LA VIOLENCIA.



LA INEFICACIA DE LA VIOLENCIA.
Por Aurelio Altamirano Hernández.

            Existen situaciones en la vida que no se resuelven bien, de inmediato, con violencia y desesperación.
            Más vale ante todas ellas la paciencia y la esperanza de que se compongan en el transcurso del tiempo.
            La serenidad de espíritu alimenta optimismo hasta en donde por lógica y por sentimiento no debía existir. La calma, la quietud, el apaciguamiento del ánimo, no es derrota, sino en tregua prudente, junto con la firma voluntad y empeño de superar las dificultades orienta más el pensamiento, al sentir y a la acción hacia mejores rumbos.
            La violencia ha sido siempre mala consejera en las situaciones que requieren de tiempo y de reflexión, más que otras cosas, para resolverse en debida forma.
            Donde debe imperar la delicadeza, la finura y la exquisitez, donde debe usarse de fino tacto, como en todos los problemas delicados de la vida, es inútil el vano intento de entronizar la fuerza. Es preferible suplir la falta de aquellas sutiles, pero también eficaces manifestaciones de la energía del carácter humano, con el silencio y la inacción si fuera necesario y  mejor, para no comprometer en forma grave la propia personalidad.
            Desear la paz no significa debilidad. Manifiesta nobleza de ánimo y de intelecto.
            Con la exaltación de las pasiones humanas se llega al choque inevitable de las mismas para dar a catástrofes lamentables.
            Cuando hay tiempo de remediar las cosas, es mejor la espera paciente. Así se resuelvan las cosas a favor o en contra. Si a favor es para regocijarse plenamente y felicitarse de la propia prudencia y del talento personal. Si en contra, para soportar mejor los desencantos mediante la previa preparación del ánimo lograda en el transcurso de la tregua o período de estudio.
            Cuando no hay tiempo de remediar las cosas o se cree que no existe, hay que hacerlo o convencerse de que existe y debe existir porque de lo contrario, se cae en las redes de la desesperación, de la violencia y de la consecuente realización de acciones y expresiones de las que después se lamenta el ánimo arrepentido.
            Las cosas importantes se resuelven siempre bien o se considera bien resueltas o no, después de que trascurre algún tiempo después de su  iniciación.
            Muchas veces surgen repentinamente, deformes, impelidas por la estrechez de la situación, por las exigencias inaplazables de circunstancias obligadas por fuerza mayor; pero no surgen definitivas necesariamente se resuelven en contradicciones lógicas interiores hasta alcanzar su maduración. En tanto cobran perfiles de encontrado sistema los factores determinativos de su curso, se van encaminando en su desarrollo a la creación de las formas naturales, correctas y racionales que deben asumir.

            Acelerar el desenvolvimiento de una situación mediante la utilización de la violencia en el sentir, en el pensar y en el actuar es entorpecer inútilmente la realización de hechos que deben llegar a su debido tiempo y en el lugar correcto, en las debidas proporciones.
            No siempre se llega a la feliz realización del anhelo de ponerle diques al impulsivo afán del hombre de resolver en el momento bien o mal, los problemas que le aquejan.
            La eterna lucha de la razón con los sentimientos, de la mente con los instintos, es cosa que en realidad no pasa de ser una de esas frecuentes luchas en las que gana, por desgracia, la cantidad sobre la calidad, y seguirá  siéndolo, a pesar del noble interés humano de contener con la razón  los impulsos típicamente animales hasta que la estructura orgánica del hombre haga imperar la voluntad sobre las reacciones lógicas escapadas hoy de nuestro control intelectual.


ISTMO GRÁFICO, Salina Cruz, Oax. Febrero de 1957.

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