lunes, 22 de agosto de 2016

CHIAPAS MERECE QUE SE LE AYUDE.



CHIAPAS MERECE QUE SE LE AYUDE.      

Por J. . Altamirano Hernández
Novedades, México, D.F. 13 de septiembre de 1957.

            Para quien no conoce a Chiapas, ese jirón de México con bellos paisajes, hermosos lagos multicolores, tierras feraces, próspera ganadería, mujeres bonitas y hombres trabajadores, para quien no sabe cómo es la realidad que vive el pueblo chiapaneco tan esforzado como el mejor, poseedor de grandes riquezas naturales y tan poco satisfecho en sus necesidades primordiales, lo que se dice acerca de la miseria e ignorancia que priva en gran parte de su población, principalmente entre los pobres indígenas: lacandones, chamulas, tzetzales, tzotziles y quichés, parece propaganda interesada de políticos.

            Pero la realidad es la realidad y por encima de cualquier interés se encuentra el superior que ánima a las fuerzas progresistas, en cuyo plan de trabajo está estipulada la tarea de mejorar las condiciones de vida de toda la población mexicana que ha estado abandonada por centurias  a su suerte luchando incansablemente por su reivindicación. Es por eso que donde quiera que se encuentra un chiapaneco honrado que ama a su tierra y siempre que se le menciona el tema de la situación económica y cultural de su pueblo, saca a relucir un noble coraje por el descuido en que se tiene a los campesinos, a los obreros, a los indios lacandones y chamulas, herederos también de nuestra nacionalidad, y por la discriminación de que se les hace víctimas en esta era de progreso nacional, dejándolos hundirse cada día más en la miseria y en la ignorancia que tanto mella sobre sus generaciones.

            Habiendo en Chiapas grandes extensiones de tierra propicias a la agricultura, el pueblo sufre cada año la escasez de maíz, porque no se cultivan todas las tierras por falta de apoyo crediticio gubernamental, porque las tierras están en su mayor parte en manos de políticos que han sido fatales a Chiapas y a México; porque las pocas que se dedican a ese cultivo rinden un producto que se exporta a Guatemala en lugar de satisfacer las necesidades domésticas y por que el monopolio del aguardiente, inexplicablemente protegido por fuerzas políticas y otros intereses bastardos que repugnan al pueblo de Chiapas, los explota para el cultivo de la caña de azúcar, que lejos de servir para la extracción del dulce alimento necesario a la economía nacional, se dedica única y criminalmente a la elaboración de alcohol envenenador del pueblo.

            Causa indignación ver a los pobres indígenas arrastrar una vida miserable ante la imponente naturaleza tan rica en recursos como lo es la de Chiapas. Después de trabajar largas jornadas cotidianas, el pobre chamula recibe como salario nada más que el alcohol para ahogar en él sus ansias de liberación y  para que encuentre, en su escape de la realidad que logra al embriagarse, una ficticia felicidad suplente de la auténtica que no alcanza todavía.

Alcohol y maíz constituyen dos grandes dolores de cabeza para Chiapas. El primero por su abundancia criminal y el otro por su escasez desesperante.  

            Hay muchos ignorantes, incluso chiapanecos, cegados por obscuros intereses, o palurdos que solo ven su prosperidad personal, que niegan la triste realidad que vive la población rural de Chiapas y otros tratan de ocultar por cuantos medios encuentran, los hechos que saltan a la vista si se mira a Chiapas desnudo, con todas sus miserias a cuestas, pero también con muchas grandezas para su honor.

            Los chiapanecos mejores, los que saben ganarse la vida honestamente, los que procuran la elevación material y moral de su pueblo, que son muchos y se encuentran no sólo en Chiapas sino también fuera de él, son también los mejores ciudadanos y no se justifica frente al mexicanismo auténtico de ellos ese cuento del separatismo que se ha adjudicado a Chiapas. En las fronteras del Sur son los heraldos de nuestra nacionalidad, plausiblemente sin ese extranjerismo ridículo que caracteriza a otros pueblos fronterizos.

            Chiapas está muy cerca de México y reclama justicia. Pero no obstante su cercanía y su contribución notable al desarrollo de la economía y de la cultura nacional, no ha sido atendida debidamente en sus necesidades.

            Como todos los Estados dignos trata de satisfacer por sí sólo sus aspiraciones, pero no puede lograrlo totalmente si no le brinda apoyo de la Federación para su mejoramiento integral.

            No se mire la prosperidad del Soconusco por el café, ni por la abundancia en que se desarrolla la vida de unos cuantos favorecidos de la fortuna, para formarse un concepto de Chiapas. Váyase a las regiones abandonadas del centro, de la costa y mírese el descuido en que se tiene sus moradores, sin escuelas, sin caminos, sin fuentes de trabajo; obsérvese  el atraso de Tuxtla Gutiérrez, de San Cristóbal, de Huixtla, de Comitán, de Arriaga, Motozintla, Simojovel, Ocosingo, Tonalá y otros muchos pueblos más y no se crea que la relativa prosperidad de Tapachula y de los malos políticos chiapanecos y de los hambreadores extranjeros es extensiva a todos los pueblos de Chiapas.

            Las obras de Grijalva requieren mayor atención. El pueblo de Chiapas es digno contingente que forma el pueblo mexicano y a la resolución de sus problemas se les debe prestar toda la atención que se merece dentro de los planes nacionales de progreso integral.



“NOVEDADES”, MÉXICO, D.F. 13 DE SEPTIEMBRE DE 1957.

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