GUERRERO RECLAMA CABAL ATENCIÓN A SUS PROBLEMAS.
Por J. Altamirano Hernández.
Página
editorial. La Noticia, México, D.F., 1957.
Cuando se mira a la provincia
mexicana, para hacer un balance exacto de su desarrollo económico y cultural,
base fundamental de la integración de los demás aspectos de su vida, se
advierte inmediatamente un desequilibrio tremendo entre el índice vital del
centro de la República y el de los pueblos que viven ajenos a las mejoras
deslumbrantes de la ciudad de México, e, incluso entre esos mismo pueblos, los
de la provincia, los que se afanan por progresar allí en los valles, en las montañas,
en los desiertos, en las selvas y en las costas insalubres, se ven contrastes
marcados, abismos casi, que separan, en cuanto a categoría económica y
cultural, a los Estados, a los municipios y hasta a las rancherías, porque unos
han recibido los favores de la naturaleza y de la administración pública,
mientras que otros, abandonados a su suerte desde hace centurias, claman porque
se les ayude a salvar las dificultades que se oponen a su desarrollo integral y
anhelan siquiera la mínima porción indispensable del presupuesto que se destina
a las obras de habilitación y rehabilitación de regiones subdesarrolladas, para
que mediante esa inyección de energía puedan alzarse y constituirse por sí
mismas en emporios de riqueza y factores valiosos en la tares de consolidar una
próspera economía nacional.
El Estado de Guerrero es uno de los
exponentes más claros de la injusticia de que se hace víctimas a las regiones
con grandes riquezas naturales inexplotadas. La potencialidad del medio
geográfico y humano de Guerrero justifica cualquier labor que se haga en
beneficio de la prosperidad de la región. Comunicaciones, escuelas,
electrificación, fuentes de trabajo y honestidad administrativo son los más
grandes anhelos por los que lucha el pueblo guerrerense y precisamente la clave
de la solución que debe darse a los problemas de su desarrollo económico y
cultural.
Guerrero es uno de los Estados de la
Federación, con más de un millón de habitantes, con un glorioso historial en
los destinos de la nación, con fértiles tierras en la costa e incalculables
riquezas materiales en todo su territorio; pero a la vez uno de los más
atrasados porque no se ha sabido aprovechar su potencialidad y porque se ha dejado abandonado en la miseria
y en la ignorancia a la mayor parte de su población, mientras que a otras
regiones del país se les baña de oro, se le hacen jugosas concesiones, se les
destinen presupuestos de cientos de millones de pesos y se engalanan haciendo
mayor el contraste con las regiones empobrecidas.
Para colmo de males, el Estado de
Guerrero, como otros de la Federación, hasta hace poco ha sufrido gobernantes
sin ningún arraigo en la simpatía del pueblo, desconocedores de la realidad que
viven las masas proletarias, personajes descalificados de la política que a base de compadrazgos y favoritismo han
escalado los puestos públicos que corresponden a los mejores hombres de Guerrero.
Los bosques maderables que se
localizan en los límites con Oaxaca,
cerca de la costa; las tierras feraces de la región Suroccidental del Estado;
las rica zonas costeras productoras de coco, propias además para la agricultura
y antesala de las grandes riquezas que encierra el mar que baña el litoral
guerrerense, en más de trescientos kilómetros de longitud; los minerales
localizados en los alrededores de la Sierra Madre del Sur y de la Sierra Madre
Occidental, y el mismo material humano, esforzado y digno, heredero de los que
coadyuvaron a defender con las armas la Independencia, el Plan de Ayutla y la
Revolución, y se hace presente en la hora nacional de trabajo, ameritan la
atención de todo el país para incorporar definitivamente a Guerrero al plan nacional
de progreso integral que se han trazado los gobiernos revolucionarios.
Acapulco, la ciudad mexicana
trabajadora, no el refugio de turistas pochos, mexicanos malinchistas y
extranjeros perniciosos; el pueblo acapulqueño que no vive en chalets ni en
hoteles de lujo, necesita escuelas e instalación de industrias creadoras del
bienestar que busca; porque el turismo, negocio de millonarios, no le es útil
para vivir. Chilpancingo, Taxco, Iguala, Ayutla, Tixtla, Coyuca de Catalán,
Coyuca de Benítez, Arcelia, Altamirano, Tierra Colorada y muchas poblaciones
más, necesitan comunicarse para recibir el benéfico influjo de otras regiones,
para dar salida a sus propias producciones y para poder exigirles, entonces, su
contribución al bienestar común. El ferrocarril costero, anhelo superior de
pueblo guerrerense debe hacerse realidad; el aprovechamiento industrial de la
producción de coco y su salida a los centros consumidores vía el mar debe
hacerse ya; el saneamiento de las costas y el incremento de la agricultura:
cultivo de maíz, leguminosas, caña de azúcar y árboles frutales, es otra de las
tareas inaplazables, como también la creación de cooperativas de trabajadores
con crédito gubernamental. La explotación radical de los yacimientos
metalíferos por el pueblo laborante y no por los concesionarios, la mayoría de
ellos extranjeros, significaría magníficos ingresos para la economía de
Guerrero y de México.
El Estado de Guerrero y sus hombres,
deseosos de aprovechar sus grandes riquezas naturales están presentes en la
vida nacional y a la resolución favorable de sus problemas deben encaminarse
los esfuerzos comunes.
Página
editorial. La Noticia, México, D.F., 1957.
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