EVOCACION
Aurelio
Altamirano Hernández.
Para recitar
suavemente al atardecer, junto al mar,
bajo un crepúsculo encendido de carmín y oro, en recuerdo de los años mozos.
No sé por
qué los hálitos postreros
Del día azul
que muere en lontananza
Agitan tu
recuerdo en el ambiente,
Para evocar
los ósculos primeros
Que tiemblan
tiernamente en la añoranza
Y la pasión
de nuestro amor vehemente.
Tu imagen
vuelve a mí cuando la tarde
Se envuelve
misteriosa en leve tul
Y enciende
su crepúsculo dorado
En infinito
pebetero que arde
Sobre un
etéreo cortinaje azul
Tejido de zafiro y de brocado.
Como si
fueran joyas deslumbrantes
Despliega el
mar sus límpidos encajes
Al soplo
acariciante de la brisa,
Espumas que
al quebrarse en mil diamantes
Al breve
resplandor de los celajes
Semejan el
fulgor de tu sonrisa.
Como ésta
muchas tardes luminosas
Se fueron
como se van los sueños inasibles
Tras la
quimera de un amor en vano.
Como si
fueran leves mariposas
Llevándose
mis ansias imposibles
Alzaron vuelo
hacia un mundo lejano.
Pero hay
sol, quizás por un instante;
La vida
excita sus preciados dones
Para
ofrendar su iris vespertino
En el altar
de Venus rutilante.
¡Espera,
Juventud, no me abandones!
¡Hay rosas
que cortar en el camino!
AURELIO
ALTAMIRANO HERNANDEZ.
Enero de
1957.
No hay comentarios:
Publicar un comentario