martes, 1 de marzo de 2016

DEBE INCREMENTARSE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN MÉXICO.



DEBE INCREMENTARSE LA INVESTIGACIÓN
CIENTÍFICA  EN MÉXICO.

         Es una necesidad inaplazable de la ciencia, en todas sus manifestaciones, la renovación constante y el acrecentamiento continuo de los principios en que funda sus trabajos cuando busca las verdades materiales e ideales que mejor sirven a la vida y la cultura.

         El estudio detenido de los hechos y de las ideas que tratan de interpretar a aquellos es lo que constituye la investigación y solo esta puede lograr la superación que necesitan todas las obras humanas.

         En nuestro país se puede ya hablar de un adelanto de la ciencia y de la técnica en grado muy considerable, en forma tal que no desmerece al lado de otros países bien adelantados en esos aspectos de la cultura. La industrialización emplea métodos modernos para incrementar la producción y se ponen ya los medios necesarios para tecnificar completamente las labores del campo, y si se mira el desarrollo de las actividades intelectuales en México, la fisonomía del mismo como  país culto, no deja lugar a dudas sobre la respetable categoría del mexicano.

         Nada más que se ha descuidado y se sigue prestando muy poca atención a la investigación científica, que debe correr paralela a la marcha ascendente de las producciones actuales. Todo lo nuevo obligadamente lo tenemos que tomar del exterior, porque aquí no se crea ni se puede crear si se mantiene ese estado de conformismo que padecen los hombres de ciencia mexicanos.

         Hay que reconocer que las condiciones materiales para el desarrollo de la investigación científica en México, no son de los mejores, ni siquiera medianamente aceptables. La situación es inadecuada si se exceptúa la limitada en que trabajan pequeños núcleos de estudiosos profesionales sin gran apoyo gubernamental ni de la iniciativa privada.  Por otra parte, hay escasa vocación científica en la mayoría de los estudiantes y profesionales de nuestro medio cultural, con grave riesgo para el desarrollo de la ciencia en nuestro país.

         Cuando se detiene la ciencia en una serie de conquistas, corre el riesgo de desaparecer, no obstante el florecimiento que cobren sus manifestaciones totales si solo es en torno de principios limitados, incompletos, inexactos y envejecidos y si señala nuevos rumbos a los hechos del porvenir.

         El deber mayúsculo de todos los que se dedican a las labores científicas es el de contribuir en alguna forma a integrar nuevas realizaciones que sigan elevando el caudal de experiencias útiles y el número  de las posibilidades de una vida mejor. Hacer algo para que la ciencia no se detenga, para que no se encierre en perenne repetición de técnicas, teorías y demás instrumentos de la producción material e intelectual, es lo que debe interesar en primer término a todo aquel que abraza una carrera científica, y hay muchos a quienes hay que recordarles e imponerles este deber en nuestro país.

         La revisión constante de los hechos e ideas que constituyen la ciencia es una obligación de quien adquiere la responsabilidad de servir a aquella por encima de cualquier otro interés.

         Para la ciencia es tóxico todo lo que tiene carácter rutinario, lo que no se sale de lo común y lo corriente, lo que nace, crece y perece en medio de lo mismo, con lo mismo y para lo mismo intrascendente; es venenoso para la ciencia la limitación arbitraria de sus alcances a la solución de problemas de solo una condición de lugar y tiempo y como consecuencia la repetición mecánica, la producción en serie de hechos e ideas anquilosadas que si algún día fueron ciencia ya únicamente son bagatelas intrincadas y de relumbrón, casi igual de valederas a las realidades del empirismo.

         Un importante aspecto de la investigación científica lo constituye un conjunto de actividades intelectuales que no requieren precisamente de máquinas, aparatos y demás instrumentos materiales para su desarrollo, como son las investigaciones filosóficas de primera mano, muchos cálculos matemáticos cuyo planteamiento técnico e incluso su realización práctica puede efectuarse aquí; algunos principios deben razonarse, en el terreno de la física y de la química, adelantando los trabajos que algún día el mejoramiento se las condiciones económicas del medio puede desarrollar y completar.

         Pero, si en esto que dejamos asentado y hasta en las investigaciones de las ciencias sociales no adelanta mucho, el signo es revelador de la existencia de un descuido, de una abulia y un desinterés, que no falta de capacidad para la ciencia, como es posible demostrar.

         Hay que combatir el limitado afán de los técnicos y conocedores de la ciencia, mexicanos, hay que condicionar el ambiente para que México pueda contribuir con algo nuevo en el terreno científico, porque puede hacerlo como se ha demostrado en otras ocasiones. No es gran cosa que aquí se armen automóviles, refrigeradores, televisores, radios, máquinas de escribir; que se envasen antibióticos, sulfamidas, vitaminas y hormonas o que se impriman aquí trabajos extraños. No. Lo importante es producir aquí esas cosas en su totalidad con materias primas de aquí de donde sea y procurar el mejoramiento de las mismas por medio del estudio sistemático que es la investigación científica.

         Numerosos hechos de los más nuevos, que marcan el adelanto de la técnica, de la ciencia y del arte, pudieron haber nacido aquí en México, de no ser por la desidia de muchos técnicos nuestros que se dejan anquilosar en tareas de la rutina más absorbente. Otros quizás tuvieron y tienen antecedentes autóctonos para honra del país, pero un condenable afán de considerar lo extranjero como mejor que lo nuestro y la estupidez de darle mayor crédito a una cosa si viene con etiqueta en lengua extraña y apoyada en un nombre que suena exótico, ha sido la causa de que no hayan sido tomadas en cuenta buenas realizaciones de México en el campo de la investigación científica.

         Es necesario, entonces, una consideración más seria del problema de parte de las instituciones que tienen la obligación de estructurar las bases del porvenir de la nación en los aspectos más importantes de la ciencia, buscando siempre colocar a México en el renglón de los que crean y dirigen las nuevas ideas y realizaciones.

Diario NOVEDADES, México, D.F., 1 de agosto de 1957.




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