sábado, 7 de noviembre de 2015

LA AMISTAD




LA AMISTAD

Por  Aurelio Altamirano Hernández

         La estimación reciproca de las virtudes y el mutuo interés por el bien común, constituyen esencialmente las bases de la más noble y auténtica amistad. No es sobre intereses innobles donde descansa el fundamento y justificación de la relaciones amistosas, porque con la vileza de aquellos lo que está llamado a ser un todo el instrumento para el logro del bienestar común se corrompe y se rebaja a las simas de la lambisconería y la ruindad.

         ¿Qué sería de la vida nuestra si no tuviéramos alguien a quien poder contarle nuestras penas y nuestras alegrías?...  Insoportable sería una existencia en la cual careciéramos de la presencia de alguien en quien confiar plenamente para comunicarle nuestras ideas, nuestro sentimientos y las realizaciones de nuestro existir, porque no hay cosa más agradable que tener con quien hablar como si hablara uno consigo mismo.

         De todas las virtudes que la naturaleza dotó al hombre, el sentimiento de la amistad es el más elevado, porque significa la identificación precisa que existe entre los seres humanos por encima de diferencias secundarias y temporales. Es el paso para alcanzar las cumbres del amor, es la condición entre los hombres y entre los pueblos para establecer un intercambio de ideas y de hechos que sirven al incremento de la felicidad humana, y es el más seguro refugio en las horas tempestuosas del diario vivir.

         El requisito fundamental que hace imperecedera una amistad es el respeto mutuo y la virtud de dar y pedir al amigo únicamente cosas honestas, sin hacerle esperar para lo primero y sin crearle dificultades para lo segundo. Con el amigo no debe uno hacerse del rogar y es más, si está en nuestras posibilidades ayudarle a resolver sus dificultades no debe darse margen a la situación, siempre penosas para él, de pedir nuestra colaboración. Se debe ir en auxilio del amigo con el ánimo bien dispuesto para otorgar cuando está de nuestra parte en busca de su beneficio.

         Son hombres débiles de corazón y vividores los que andan a  caza de amistades para construirlas con una serie de artificios, que buscan su propia tranquilidad y el provecho que no pueden sacar de su manifiesta poquedad de espíritu. En cambio, el hombre que responde de sí mismo en cualquier lugar y tiempo, con sus propias fuerzas aunque sean menguadas por las circunstancias, es el prototipo del amigo leal, sincero y útil, a quien se debe brindar la plena confianza y la amistad.

         Ningún problema humano deja de encontrar alivio y solución en la nobleza de la amistad abierta, franca, sana y entusiasta para brindarle el bien el homenaje de su contribución en la tarea de lograr el bienestar común.

         Una amistad que ahonda sus raíces en la mutua comprensión, en la nobleza espiritual de admirar las virtudes y de perdonar los yerros del amigo, no muere nunca. Los contratiempos de la vida quizás la llegan a ocultar, pero calladamente sigue latiendo en lo más recóndito del alma, donde se guardan los mejores sentimientos.


ARGONAUTA, Mayo, 1957.
Biblioteca de la Secretaría de Marina.
Editorial “México Marítimo”




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