sábado, 7 de noviembre de 2015

LA BATALLA DE LA CULTURA



LA BATALLA DE LA CULTURA.

Por  J. Altamirano Hernández

         Se libra una gigantesca lucha en todos los confines del mundo, una batalla colosal de todos los tiempos y de todos los lugares, un combate perenne entre las fuerzas del bien y del mal… ¡La Batalla de la Cultura¡…

         Es una lucha que sobrepasa las fronteras del tiempo y la distancia.

         Es un encuentro formidable de fuerzas superiores que apuntan unas hacia abajo y el pretérito, y otras, las mejores, al porvenir y las alturas.

         El triunfo constante de la civilización humana manifiesta la derrota de las fuerzas del retroceso y de la destrucción frente al sólido empuje de las potencias creadoras que elevan la categoría del hombre en el concierto de las formas animadas.

         La cultura, que es el producto de la educación, de la instrucción y la enseñanza, está predestinada a la preeminencia, a la preponderancia, como lo demuestran las crecientes adquisiciones de las ciencias y de las artes que se van imponiendo a las fuerzas incultas de la naturaleza, para regalar al hombre las nuevas formas de vida que constituyen, por su calidad superior, la esencia y el avance de la civilización.

         Comienza la cultura y su batalla con la misma aparición del hombre sobre la tierra. La forma esencial que siempre ha revestido y seguirá revistiendo su carácter es la del desarrollo de las capacidades del organismo humano y social para procurar la satisfacción de sus aspiraciones totales, y es en este concepto en donde encuentra explicación el surgimiento de las magnificentes formas de cultura humana, al mismo tiempo que es donde encuentran su justificación hasta los rudimentos de la civilización.

         Labor fatigosa y abnegada, pero a la par gloriosa y plena también de íntimas satisfacciones superiores es la de los soldados de la cultura.

         En la historia de la humanidad, que es la de la cultura misma, los héroes auténticos se identifican de todos modos, a pesar de sus disímbolas  realizaciones supremas, por ser portaestandartes de la cultura, y alcanza también la gloria de los selectos para todos los que luchan denodadamente a favor de la cultura, para los pequeños, para los modestos, para los obscuros e ignorados que se consagran en cuerpo y alma a la tarea de procurar la perpetuación de la categoría superior del hombre entre las cosas universales.


         Se cobra también el avance cultural del hombre con tributos de sacrificio y de renunciación a las formas pasajeras de felicidad. Con grandes esfuerzos de la mente, del ánimo y de la acción de los heraldos de la cultura, se van elevando las construcciones filosóficas, científicas y artísticas que constituyen  el patrimonio cultural del hombre. Habrá que ver la angustia, la desesperación y la ofrenda de la vida misma del hombre en aras de la cultura; habrá que ver la mártir abnegación y el colosal esfuerzo de los soldados de la ciencia para creer en la nobleza del trabajo de llevar una dosis de felicidad al ser humano. Habrá que ver también los desvelos del artista por amenizar el panorama real de la existencia humana; el sacrificio de todos los que saben que el porvenir del hombre como entidad superior entre las cosas del Universo, estriba en el mejoramiento continuo de su labor para la mejor satisfacción de sus aspiraciones y todos ellos batallan de manera incansable en la tarea de glorificar los destinos de la Humanidad.

“EL HERALDO” San Luis Potosí, S.L.P., 11 de abril de 1957.




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