LA
BATALLA DE LA CULTURA.
Por J. Altamirano Hernández
Se libra una gigantesca lucha en todos
los confines del mundo, una batalla colosal de todos los tiempos y de todos los
lugares, un combate perenne entre las fuerzas del bien y del mal… ¡La Batalla
de la Cultura¡…
Es una lucha que sobrepasa las
fronteras del tiempo y la distancia.
Es un encuentro formidable de fuerzas
superiores que apuntan unas hacia abajo y el pretérito, y otras, las mejores,
al porvenir y las alturas.
El triunfo constante de la civilización
humana manifiesta la derrota de las fuerzas del retroceso y de la destrucción
frente al sólido empuje de las potencias creadoras que elevan la categoría del
hombre en el concierto de las formas animadas.
La cultura, que es el producto de la
educación, de la instrucción y la enseñanza, está predestinada a la
preeminencia, a la preponderancia, como lo demuestran las crecientes
adquisiciones de las ciencias y de las artes que se van imponiendo a las
fuerzas incultas de la naturaleza, para regalar al hombre las nuevas formas de
vida que constituyen, por su calidad superior, la esencia y el avance de la
civilización.
Comienza la cultura y su batalla con la
misma aparición del hombre sobre la tierra. La forma esencial que siempre ha
revestido y seguirá revistiendo su carácter es la del desarrollo de las
capacidades del organismo humano y social para procurar la satisfacción de sus
aspiraciones totales, y es en este concepto en donde encuentra explicación el
surgimiento de las magnificentes formas de cultura humana, al mismo tiempo que
es donde encuentran su justificación hasta los rudimentos de la civilización.
Labor fatigosa y abnegada, pero a la
par gloriosa y plena también de íntimas satisfacciones superiores es la de los
soldados de la cultura.
En la historia de la humanidad, que es
la de la cultura misma, los héroes auténticos se identifican de todos modos, a
pesar de sus disímbolas realizaciones
supremas, por ser portaestandartes de la cultura, y alcanza también la gloria
de los selectos para todos los que luchan denodadamente a favor de la cultura,
para los pequeños, para los modestos, para los obscuros e ignorados que se
consagran en cuerpo y alma a la tarea de procurar la perpetuación de la
categoría superior del hombre entre las cosas universales.
Se cobra también el avance cultural del
hombre con tributos de sacrificio y de renunciación a las formas pasajeras de
felicidad. Con grandes esfuerzos de la mente, del ánimo y de la acción de los
heraldos de la cultura, se van elevando las construcciones filosóficas,
científicas y artísticas que constituyen
el patrimonio cultural del hombre. Habrá que ver la angustia, la
desesperación y la ofrenda de la vida misma del hombre en aras de la cultura; habrá
que ver la mártir abnegación y el colosal esfuerzo de los soldados de la
ciencia para creer en la nobleza del trabajo de llevar una dosis de felicidad
al ser humano. Habrá que ver también los desvelos del artista por amenizar el
panorama real de la existencia humana; el sacrificio de todos los que saben que
el porvenir del hombre como entidad superior entre las cosas del Universo,
estriba en el mejoramiento continuo de su labor para la mejor satisfacción de
sus aspiraciones y todos ellos batallan de manera incansable en la tarea de
glorificar los destinos de la Humanidad.
“EL HERALDO” San Luis Potosí, S.L.P., 11 de abril de 1957.
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