sábado, 7 de noviembre de 2015

LA VIDA NACIÓ EN EL MAR




LA VIDA NACIO EN EL MAR

Por J. Altamirano Hernández

         El mar tiene muy grande importancia en la vida del hombre, como regulador de las condiciones climáticas, como medio de enlace, otrora obstáculo, entre los hombres que pueblan los más alejados confines de la tierra, como proveedor de numerosos productos que sirven a la satisfacción de las necesidades humanas y desde el punto de vista de la investigación pura de la ciencia biológica por situarse en su seno la sede de la primera manifestación del maravilloso fenómeno de la vida.

         La teoría evolucionista sostiene la idea de que la primera manifestación de vida se originó en el seno del agua que cubría la tierra, en forma de un minúsculo ser rudimentario que, dotado de movimiento organizado propio, fue capaz de proporcionar los alimentos necesarios a su subsistencia y desarrollo, hasta llegar a una complicada estructura interna que hizo posible su reproducción.

         Probablemente, la conformación de aquel ser viviente elemental dista muchísimo de las actuales configuraciones de células o de individuos vivientes más complicados que conocemos y que, por lo mismo, no se puede establecer una relación precisa entre estos y aquel, a menos de que se haga uso de un criterio muy amplio y se considere como germen de la vida a un sistema de estímulos y de reacciones fisicoquímicas que originan y siguen manifestando hoy  día, en más complejas realizaciones, el sorprendente fenómeno de la vida.

         Si llegamos a considerar la vida desde el punto de vista de la filosofía de la biología, como un fenómeno reductible lógicamente al fenómeno primario del movimiento, a una forma de movimiento complicado pero que sigue en su desenvolvimiento las mismas leyes eléctricas y mecánicas que rigen a los fenómenos fisicoquímicos, en este concepto resulta ser el hombre y los demás seres animados, simples organizaciones sutiles de infinidad de substancias químicas perfectamente asociadas, que integran células vivientes, las que a su vez conforman las piezas, los órganos, los aparatos  y  los sistemas del organismo.

         Con base en esta manera de concebir las cosas se remite el pensamiento a justificar o cuando menos explicar la posibilidad de que haya brotado la vida, en forma sumamente elemental, en el fondo del océano, tomando en cuenta que la estructura y la función de los seres vivientes reconoce como factor indispensable el agua y ciertas substancias minerales que pudo proporcionar en composición utilizable el extenso mar de los primeros tiempos. 

         Las investigaciones de laboratorio y las elucubraciones científicas conducen a considerar como el germen de la vida en el planeta a una molécula química muy compleja que se creó, podemos decir “espontáneamente”, en el seno de las aguas, como una conjunción de materias simples que tuvo la propiedad de adicionarse nuevos elementos o moléculas menos complejas, así como de eliminar algunos más, con el objeto de mantenerse en una especie de estabilidad dinámica y dar la impresión de un cuerpo capaz de provocar su propio mantenimiento en determinada forma.

         Posteriormente la molécula química fue creciendo en tamaño y en complicación estructural y funcional, al paso que asimilaba  mayor cantidad de material, tomadas del exterior y eliminaba algunos que fueron útiles a reacciones químicas más sutiles realizadas en su conformación orgánica.

         El desarrollo del fenómeno vital quizás no hubiera llegado al desarrollo superior que conocemos actualmente, de no haber sido porque en la estructura de aquel germen elemental fue evolucionando un principio que lo condujo a configurar, después de cierto número de reacciones, una reproducción exacta o casi exacta de la molécula-madre, en un proceso que recuerda al de la “mitosis” o bipartición de ciertas células observable en algunos vegetales y animales todavía. De aquí arranca, probablemente, el fenómeno de la reproducción, que puede considerarse, en cierto modo, el carácter fundamental de los seres vivos.

         Así, en una forma sencilla, que fue desarrollándose cada vez más y mejor brotó la vida. Y fue precisamente en el mar, como lo indican muchas investigaciones, donde se manifestó primeramente, y todo parece indicar también que si llegara el día en que desapareciese todo vestigio de vida sobre el planeta, tomando en cuenta la rica variedad y cantidad de seres vivos que pueblan el mar y la protección que éste les ofrece, sería allí donde muriera la última expresión de vida sobre la tierra.

ARGONAUTA, México, D.F. Abril de 1957.
Biblioteca de la Secretaría de Marina.
Editorial “México Marítimo”




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