viernes, 16 de octubre de 2015

SIGNIFICACION DEL 5 DE MAYO DE 1862 EN LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA Y LA SOBERANÍA DE MÉXICO. Aurelio Altamirano Hernández.

SIGNIFICACIÓN DEL 5 DE MAYO DE 1862 EN LA DEFENSA
DE LA INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA DE MÉXICO.
Introducción.
Los países con grandes recursos materiales o que poseen una  posición estratégica en la geografía política, son siempre objeto de las ambiciones de los países más fuertes. Por todos los medios,  las potencias  que basan su predominio en la posesión de armas y dinero intentan apoderarse de los territorios ricos en materias primas, como son las  minas  de oro, plata y otros metales,  los depósitos de petróleo, las grandes extensiones de tierras fértiles y de bosques maderables, así como de los recursos marinos, además de la fuerza de trabajo o mano de obra que representa una numerosa población.
México, nuestro país, desde los tiempos de la invasión de la Corona española hasta nuestros días,  ha sido objeto de la explotación de potencias extranjeras que de diversas maneras intervienen  en el manejo de los asuntos públicos, ya sea manipulando a gobiernos colaboracionistas o imponiéndose por la fuerza de las armas.

La lucha de México por su Soberanía e Independencia.

En el curso de esta breve exposición haré  algunas referencias  que parecen apartarse del tema principal que es el triunfo de las armas mexicanas en la batalla del 5 de mayo de 1862. Lo hago con el propósito de situarnos en el contexto histórico en que se ubica este episodio trascendental.
 La lucha entre Inglaterra y España por el dominio de los mares desde siglos atrás, condujo al reino británico  -- a finales del Siglo XVIII y principios del XIX, cuando  la armada española había dejado de ser una amenaza -- a promover y  ver con simpatía la emancipación de las colonias españolas en América.
Los Estados Unidos anglosajones que recién habían conquistado su independencia trazaron desde entonces su ruta de expansión hacia el Oeste y hacia el Sur, con la mirada puesta en las riquezas naturales de la entonces Nueva España y de Centroamérica, que de hecho constituían  una sola unidad geográfica, socioeconómica, política y cultural, como lo quiso ratificar infructuosamente el efímero primer Imperio mexicano.
La independencia de México no se logró con el Plan de Iguala, ni los llamados Tratados de Córdoba, ni con la entrada del ejército Trigarante en 1821. El Plan de Iguala fue una maniobra urdida por Iturbide para comprometer a Guerrero en una aventura que servía a los intereses de los criollos interesados en conservar la Nueva España fuera del dominio de Napoleón Banaparte que tenía invadida a España.
Los Tratados de Córdoba nunca fueron ratificados por el reino español.  O´Donoju  no vino como Virrey sino como Delegado de las Cortes de Cádiz para acordar la pacificación del país. En los acuerdos que suscribieron Iturbide y Juan O´Donojú se establece claramente el propósito de traer a un descendiente  de la Corona española a ocupar el trono de México, y solo por la negativa o inexistencia de un candidato idóneo podría el gobierno ser ejercido por otro individuo, cosa que aprovechó Agustín para proclamarse emperador.
Históricamente la  guerra de independencia se inició en 1810 por Hidalgo y sus seguidores; alcanzó su autoridad moral y legítima con el Acta de la Independencia firmada  en Chilpancingo el 6 de noviembre de 1813 y la Constitución promulgada en  Apatzingan  el 22 de octubre de 1814.. Se consolidó con la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos promulgada el 4 de octubre de 1824, que dio nacimiento a la República y liquidó los primeros intentos de restablecer la monarquía.

México como Objetivo de las Ambiciones Imperialistas.

A raíz de la primera independencia de México, a partir de la segunda década del siglo XIX, los EE.UU. anglosajones  en abierta oposición a las potencias europeas se aferraron a su doctrina  Monroe (1823), con el propósito de favorecer sus propios intereses en todo el continente americano. Esta situación repercutió en todos los países de América, especialmente en México por su cercanía geográfica y la significación estratégica de sus recursos.
Las contradicciones de carácter socioeconómico y político  existentes  desde antes en México, promovidas  por quienes veían en Europa la salvación del país y los que  luchaban por la verdadera independencia de la nación, promovieron la continuación de la guerra entre liberales y conservadores,  entre republicanos y monarquistas, hasta  abarcar los dos tercios del siglo XIX. Unos y otros se acusaban de traición; de un lado los que se entendían con las monarquías europeas y de otro quienes veían en la república norteamericana  un modelo a seguir.
La nación mexicana se encontraba muy debilitada económicamente y muy dividida en lo político, cuando Texas se rebeló contra el gobierno centralista y proclamó su independencia en 1836.  México no pudo someter la rebelión a pesar de los hechos heroicos de la batalla del Álamo de ese año. Texas solicitó  en 1845,  su  anexión  a los Estados Unidos y México en defensa de su dignidad  se lanzó  en 1847 a  una guerra con los EE.UU. que le resultó desastrosa y significó la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, no obstante la defensa heroica de San Jacinto, Churubusco y Chapultepec.
En tanto, proseguía la lucha entre liberales y conservadores. Estos promovieron la guerra de 1857 a 1860, en  abierta oposición a las Leyes de Reforma y a la Constitución de 1847 que significaron el más serio golpe a las pretensiones de la Iglesia católica de seguir usurpando funciones propias de un gobierno civil, laico y democrático.
El triunfo del liberalismo en la batalla de Calpulalpan, en 1860, abrió la posibilidad de establecer un  sólido gobierno republicano en México. No conformes con su derrota, los conservadores integrados  en torno a la grande y pequeña burguesía, alentados por la Iglesia y los monárquicos, buscaron la protección de los gobiernos europeos y del Vaticano.
Esta era la situación en nuestro país, cuando   las contradicciones internas de la nación norteamericana dieron origen a la guerra de Secesión (1861-1865),  el enfrentamiento militar entre los federalistas del Norte y los confederados del Sur. En el contexto de las luchas de las potencias por extender su dominio  esta circunstancia  significó para Francia la oportunidad de intervenir en América, muy a despecho de la doctrina Monroe proclamada por los yanquis desde el 2 de diciembre de 1823. Napoléon  III  aprovechó la oportunidad que le brindaba la solicitud formulada por un grupo de mexicanos de instaurar una monarquía, se puso de acuerdo con Inglaterra y España y la armada anglo-franco española apareció en el puerto de Veracruz en 1862.
Napoleón veía la ocasión de encerrar a EE.UU: en unas tenazas que se abrían al Norte con Canadá francesa y por el Sur con México invadido por Francia y gobernado por un príncipe europeo. De esta manera creía cumplir con el afán imperialista de Francia y el deseo de los monarquistas mexicanos.

Los mexicanos defienden heroicamente su dignidad.

El primer gran revés de los  sueños  imperialistas  fue el triunfo de las armas mexicanas el 5 de mayo de 1862. Este hecho de armas retrasó el avance francés un año, hasta 1863 en que cayó la ciudad de Puebla en manos de los invasores.
La batalla del 5 de Mayo de 1862, coronado por el triunfo de las fuerzas liberales comandadas por Zaragoza y sus valientes generales, tiene una significación mayúscula como ejemplo de heroísmo de un pueblo que lucha,  casi inerme y acosado por la miseria, por la defensa de su soberanía e independencia.
Al año siguiente, 1863, Puebla cayó en poder de los invasores y más tarde casi todo el país. Sin embargo, la dignidad nacional se mantuvo incólume porque no faltaron patriotas a lo largo y ancho del territorio nacional que combatieron con las armas a la Intervención y defendieron heroicamente el derecho de México a la autodeterminación como nación libre y soberana.
Algunas reflexiones sobre los acontecimientos relatados.
Posiblemente sin proponérselo Napoléón III ayudó a los federalistas de Lincoln al hacer de  la invasión de México una barrera a la expansión de los confederados del Sur, que veían en nuestro país una gran reserva de recursos estratégicos.
El triunfo del ejército federal en Estados Unidos coincidió con el retiro de las tropas francesas en México, en 1867, al término del apoyo militar y económico por 5 años  convenido entre Napoleón y Maximiliano de Hapsburgo.
Algunos que hablan de historia pretenden atribuir el retiro de las tropas napoleónicas al triunfo de los federalistas del Norte de EE. UU. y  a la amenaza de la doctrina Monroe. En realidad, ni los Estados Unidos, recién salidos de la guerra civil, ni Francia con sus intereses amenazados en una Europa conflictiva, estaban interesados en un enfrentamiento  inútilmente desgastante.
El debilitamiento del efímero imperio de Maximiliano, que no pudo consolidarse a lo largo del lustro que tuvo el apoyo francés, debido a la férrea oposición y hostigamiento de las fuerzas liberales encabezadas por Juárez y una pléyade de patriotas, dio al traste con las pretensiones monárquicas e imperiales de los conservadores.
La restauración de la República en 1867 y la legitimidad del derecho de México a ser soberano e independiente tuvieron su confirmación en el Cerro de las Campanas con el fusilamiento de tres de  los principales cabecillas de la usurpación y la reacción del siglo XIX. Quedan pendientes  todavía  muchas acciones de consolidación de la justicia y la democracia en nuestro país. Varias generaciones han cumplido con sus tareas y corresponde a las nuevas generaciones continuar la lucha por la emancipación de México de las cadenas de la ignorancia, de la miseria y de los abusos de los poderosos.
AURELIO ALTAMIRANO HERNANDEZ.

(Este texto forma parte de un libro del autor en preparación)

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